El pasado mes de junio, el Foro de Justicia y Discapacidad del Consejo General del Poder Judicial concedía sus premios anuales a diversas personalidades e instituciones, entre los que se encontraban el Centro y Hogar Don Orione de Somosaguas (Madrid) y Posada de Llanes (Asturias). Un reconocimiento que se otorgaba por su labor en la mejora de la vida de las personas con discapacidad y la defensa de sus derechos.
El Centro Don Orione de Posada de Llanes, en el oriente asturiano, se define a sí mismo como una «institución sin ánimo de lucro de apoyo a personas con discapacidad, perteneciente a la Congregación religiosa fundada por San Luis Orione: Pequeña Obra de la Divina Providencia». Su labor consiste en el apoyo a las personas con discapacidad intelectual, de manera que puedan «participar e integrarse lo más posible en la sociedad y lograr una buena calidad de vida». Su tarea cotidiana, con las más de 150 personas con diferentes capacidades que se encuentran en el Centro, transmite hacia el exterior el valor que, en sí misma tiene la persona con discapacidad.
Para los miembros de la comunidad del centro de Don Orione en Posada de Llanes la noticia del premio otorgado este verano fue acogida «con gran gratitud, como se recibe cualquier reconocimiento», tal y como afirma José París, párroco de Posada de Llanes y miembro de la congregación de Don Orione. «Ya no es tanto el aplauso que suponga el premio –afirma–, sino porque para nosotros supone reafirmar nuestro carisma, hacer bien el bien. Es lo que llevamos dentro. Don Orione decía haced el bien siempre a todos, el mal nunca a nadie. Este sentimiento de recibir el premio es el mismo que cuando, como nos ha pasado este verano, vino un sacerdote que fue voluntario de joven a hacer voluntariado, con más jóvenes, como hizo él en su día, y ahora siendo ya sacerdote; o cuando escuchas por la radio algún testimonio de voluntarios en el Centro, que cuentan su experiencia. Uno siente agradecimiento, gratitud y compromiso para seguir haciéndolo bien», explica.
El carisma de la Pequeña Obra de la Divina Providencia es el Apostolado. «Don Orione falleció en 1940, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y él pensaba que, en aquel momento, ya no valían tanto las palabras para evangelizar, sino que servían mucho más las obras. Él pensó en multitud de obras para llevar al pueblo a la Iglesia. Cuando los religiosos orionistas italianos llegaron a España, preguntaron al entonces Ministerio de la Presidencia “¿De quién no se ocupa nadie en este momento aquí?”. Y con una palabra que hoy sabe a insulto, pero que entonces era como se llamaba estas personas, pues le respondieron que casi nadie se ocupaba de las personas gravemente afectadas por la discapacidad», explica el padre José París. Ese fue el motivo de la presencia de los dos centros de Don Orione en España, en concreto el de Posada de Llanes que lleva desde 1968 atendiendo precisamente a personas con estas características, aunque la casa comenzó a construirse en el año 1951 y pasó varios años sirviendo como colegio para huérfanos.
Hoy atiende a más de 150 personas, divididos en tres secciones. La más grande, con 110 usuarios, que están internos y viven allí de continuo. Por otro lado, está el Centro de Apoyo a la Integración y finalmente la Escuela de Educación Especial. En conjunto, el centro «intenta ser una familia», como explica el párroco de Posada. «Las familias se adecúan a las necesidades de los miembros y en este sentido, a medida que han ido pasando los años hemos ido variando las actividades. Para ellos el juego sigue siendo algo importante y el trabajo también. Tenemos cantidad de premios a nivel nacional e internacional, de deportes y otras actividades. Pero por ejemplo hemos ido abandonando el taller con las vacas –llegamos a tener 60 vacas en producción y somos socios fundadores de la Central Lechera Asturiana–, aunque sea algo simbólico y sin más trascendencia, pero con ello podemos darnos cuenta de hasta qué punto siempre se ha tenido una gran capacidad innovadora y creativa, y ahora intentamos hacer lo mismo. Todavía tenemos sin embargo un huerto con certificado ecológico, simplemente para nuestro consumo, porque comemos saludablemente –afirma–. Seguimos compitiendo siempre que podemos en distintos torneos deportivos y tenemos una muy buena relación con otras asociaciones como El Patiu, que llevan a cabo en la zona una encomiable labor con personas en riesgo de exclusión. En general, el Centro intenta adaptarse y renovarse en función de las necesidades de los tiempos y desde luego de las personas que están con nosotros».
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