Una de cada once personas en el mundo sufrieron desnutrición crónica en 2023: cerca de 733 millones de personas según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Manos Unidas, en su lucha contra el hambre y la pobreza en el mundo, ha llevado a cabo en los últimos cinco años más de 500 proyectos para frenar la desnutrición en el sur global a través de diferentes proyectos, entre otros, de seguridad alimentaria y capacitación.
El 16 y 17 de octubre se conmemoran, respectivamente, los Días de la Alimentación y de la Erradicación de la Pobreza, jornadas en las que parte del mundo vuelve sus ojos hacia los más desfavorecidos y vulnerables, y en las que Manos Unidas denuncia un drama que no solo es una cuestión de carencia, sino el fruto de una injusticia arraigada y aceptada que afecta a las vidas de millones de personas en el mundo.
Las consecuencias del maltrato al planeta afectan en mayor medida a la población rural empobrecida. Además, “el acaparamiento de tierras, la producción intensiva de biocombustibles, la cría industrial de ganado, la pérdida y el desperdicio de alimentos, y la especulación con el precio de los alimentos, son algunos de esos factores que tienen como resultado que casi 733 millones de personas pasen hambre en el mundo; es decir: una de cada once personas no tiene suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa. Una cifra ante la que nadie puede quedar indiferente”, denuncia Marco Gordillo, coordinador del Departamento de Incidencia y Alianzas de Manos Unidas.
Con estas cifras tan alarmantes urge actuar y asegurar que el acceso a alimentos nutritivos y suficientes sea una realidad para todos. Según Fidèle Podga, coordinador del Departamento de Estudios y Documentación de la ONG de la Iglesia católica: “Son sobre todo las poblaciones rurales las que encuentran mayores dificultades para alimentarse. Sabemos que dependen todavía de una agricultura muy vulnerable al cambio climático cuyos fenómenos, por desgracia, suelen ser recurrentes. Así, cuando las lluvias no son suficientes o cuando hay inundaciones, no hay cosechas, y si no hay cosechas, hay hambre. Sabemos dónde esos fenómenos meteorológicos adversos se dan con cierta regularidad: Corredor Seco Centroamericano: Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua o Sahel y el Cuerno de África. Por desgracia, poco se hace para garantizar el derecho a la alimentación en esos lugares”.
La delegación de Valencia ha participado en la Mesa Redonda organizada por el Ayuntamiento “El Derecho a los Alimentos para una vida y futuro mejores”, en la que el voluntario Vicente Bellver ha señalado que “las causas que alejan a las personas más vulnerables de la seguridad alimentaria y el derecho a la alimentación son: inestabilidad económica, cambio climático y conflictos y desplazamientos”. Bellver ha recordado nuestra campaña de hace varios años “el mundo no necesita más comida, sino más gente comprometida”, porque 1/3 de nuestros alimentos acaba en la basura.
El trabajo de Manos Unidas contra el hambre
Manos Unidas ha aprobado más de 500 proyectos en los últimos cinco años, invirtiendo casi 50 millones de euros en iniciativas que buscan frenar la desnutrición y, por ende, erradicar la pobreza en los países del Sur. Estos proyectos se concentran en Asia, África y América Latina y tienen como objetivo maximizar la producción alimentaria para erradicar la pobreza y el hambre en el mundo, minimizando el alto coste ambiental al contaminar el aire, el suelo y el agua.
“Comer no es ni un privilegio de las sociedades ricas, ni un favor que le hacemos a la gente en situación de pobreza, sino un derecho universal”, insiste Marco Gordillo. A través de sus proyectos, la ONG trabaja para garantizar este derecho, defendiendo la necesidad de una alimentación sana, nutritiva y suficiente, y poniendo fin a todas las formas de malnutrición.
– Comer en comunidades mineras de Sierra Leona: Manos Unidas trabaja en diez comunidades del distrito de Kono, donde se busca mejorar la seguridad alimentaria y los ingresos de la población a través de la formación de cooperativas de agricultores.
– Huertos agroecológicos en Paraguay: En el municipio de Santa Rosa, el proyecto apoya a grupos de mujeres campesinas para mejorar su economía y equidad familiar, implementando 35 huertas agroecológicas que fomentan la producción sostenible.
– Resiliencia y alimentos en medio de la sequía en India: En el árido distrito de Barmer, Manos Unidas colabora con la Diócesis de Ajmer para mejorar la seguridad alimentaria y la capacidad de adaptación de la población afectada, especialmente de las mujeres campesinas.
“Creemos firmemente que la situación en el Sur Global puede mejorar”, concluye Gordillo. Manos Unidas continuará apoyando a sus más de 400 socios locales en diversas naciones mientras sea necesario, porque, como afirmaron nuestras fundadoras, “un solo obstáculo en la lucha contra el hambre sería insuperable: creer la victoria imposible”.
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