La parroquia de Santa María del Castillo acogió una emotiva celebración presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana, en el Domingo del Buen Pastor y la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
La parroquia de Santa María del Castillo, en Cantalapiedra, se convirtió este domingo del Buen Pastor en un templo de gratitud y esperanza vocacional ante la celebración de la institución en los ministerios de lectorado y acolitado del seminarista, Mario Cabrera Barajas, un paso significativo en su camino hacia el sacerdocio.
Mario Cabrera es el único seminarista de la Diócesis de Salamanca y lleva seis años formándose en el Teologado de Ávila y en la Universidad Pontificia de Salamanca, en la Facultad de Teología. Además, desde hace varios cursos realiza su servicio pastoral en la parroquia de Villares de la Reina.
Este paso importante en la formación de los seminaristas que se preparan para ser sacerdotes quiso que se celebrara en su pueblo natal, Cantalapiedra, y estuvo arropado por sus vecinos, amigos, familiares, representantes de distintas delegaciones diocesanas, su comunidad de referencia actual y muchos sacerdotes de la diócesis, además de sus formadores y compañeros del seminario.
La eucaristía, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana, fue un verdadero canto de acción de gracias por la vocación de Mario Cabrera y por todas las vocaciones sacerdotales, en una jornada marcada por la celebración del Domingo del Buen Pastor y la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
La imagen de Cristo como Buen Pastor
La celebración comenzó con una monición de entrada pronunciada por Manuel Blázquez, del Seminario de Ávila, quien destacó el motivo especial de esta eucaristía: “Nos reunimos con un agradecimiento y una alegría especial porque Mario, hijo de este pueblo de Cantalapiedra, va a ser instituido en los ministerios de acólito y lector, dando un paso más en su camino al sacerdocio”.
El obispo, en su homilía, evocó la imagen de Cristo como Buen Pastor: “Jesús entrega su vida gratis, por amor”, e insistió en que tienen necesidad de pastores que nos recuerden las actitudes del Buen Pastor, “y debemos pedir al Señor que nos bendiga con muchos y santos sacerdotes según su corazón”.
Dirigiéndose especialmente a Mario, el prelado le recordó el sentido profundo de estos ministerios: “Aunque se llaman ministerios laicales, en tu caso suponen una preparación decisiva para tu futuro ministerio sacerdotal“. El obispo le recordó que su camino al sacerdocio, “se va realizando a partir de una creciente maduración de esa vocación que un día brotó en tu bautismo”.
El ministerio del altar: acolitado
Mons. José Luis Retana también concretó que el acólito, “tiene como misión el ministerio del altar, es el servidor del altar: ayudar a los sacerdotes y diáconos en su ministerio, y distribuir como ministro extraordinarios la Sagrada Comunión, llevándola a los enfermos cuando sea necesario”. El prelado remarcó a Mario Cabrera que cuando ayude en el altar, “tu misma presencia y el modo de comportarte ayude a todos a encontrarse con el Señor”.
En cuanto al ministerio de lector, que también iba a recibir este seminarista, el obispo indicó que su misión es proclamar la Palabra de Dios, “ayudar en la educación de la fe de los que van avanzando en el conocimiento de Cristo y anunciar a todos los hombres la buena nueva del Evangelio”.
Antes de terminar su homilía, Mons. Retana insistió en que hay una “urgente e imperiosa necesidad de pastores buenos, que den vida con sencillez y fidelidad”.
Los ritos de institución
El rito de institución de los ministerios estuvo cargado de símbolos. Mario recibió de manos del obispo el libro de la Sagrada Escritura, con el encargo de proclamar fielmente la Palabra, y la patena con el pan, como signo de su servicio en el altar y en la distribución de la comunión.
Al finalizar la eucaristía, fueron muchos los abrazos, las lágrimas contenidas y los gestos de cariño hacia Mario, en una celebración que fue también una fiesta comunitaria de fe, gratitud y futuro.
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