Nadie tiene dudas de que este 2025 está siendo especial. Y por múltiples motivos. Comenzando, cómo no, por el Año Jubilar, un Jubileo que está generando Esperanza para nuestra diócesis y para la Iglesia en general. Son miles los fieles de los arciprestazgos diocesanos que han pasado ya por la S.I.B. Catedral de Santander en peregrinación, que han compartido jornada, momentos; que han escuchado las palabras de nuestro Obispo, siempre de aliento, de apoyo sincero hacia la labor que los fieles realizan en sus parroquias y de ánimo para que continúen con su servicio de apoyo y de ayuda desinteresados. Son estas peregrinaciones celebraciones que rebosan el aforo de la catedral, momentos únicos para muchas personas que en estas jornadas celebran de corazón la fe, con esperanza y alegría.
El Jubileo está representando, sin duda, uno de los momentos claves del año, y quizás, atraídos por esa esperanza que se está viviendo, además de por la fe y el ansia por celebrarla y compartirla, este domingo, la previsión más positiva fue superada por los miles de fieles que acudieron a la Catedral de Santander para celebrar la Solemnidad del Corpus Christi, del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Esta jornada, que oficialmente celebramos el pasado jueves (60 días después del Domingo de Resurrección), se traslada habitualmente al domingo siguiente para facilitar la participación de los fieles en las celebraciones. Y la respuesta en nuestra diócesis ha sido realmente espectacular. Las parroquias se llenaron para celebrar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, una forma de adorar y agradecer por este Sacramento.
En las imágenes incluidas en este artículo pueden comprobar el aforo y, en las caras de sus protagonistas, el ánimo y la pasión con los que vivieron esta celebración, en cuya homilía y atendiendo al Evangelio del día (Lc 9, 11b-17), nuestro Obispo se centró en la figura de Jesús, en su mirada y en cómo le miramos a Él. «Jesús no daba discursos vacíos, sus palabras tenían alma y la gente le buscaba. Jesús mira a sus corazones, siente sus necesidades y sus carencias; los que le escuchaban se dejaban mirar por Jesús, llegaba a lo más profundo de sus entrañas, animando y reconfortando».
A este respecto, continuó afirmando que «es posible que te mire a ti esta mañana y que desees atender lo que te dice, porque necesitamos permanentemente la mirada de Jesús». Añadió, al hilo del Evangelio, que «en este encuentro de miradas, de corazones necesitados, Jesús ve a la gente y la gente ve a Jesús, que les dice a los discípulos que les dieran de comer consciente y seguro».
En este sentido, lazó una pregunta a los asistentes: «¿Has traído tus panes y tus peces? Entonces pon tus panes y tus peces, por poco que puedas, es mucho, porque Él lo multiplica. Tenemos que aportar desde el corazón las cosas que están en el interior: vida, esperanza; futuro, experiencia de amor exquisito, Misterio que anima e impulsa a compartir». Finalizó la homilía apelando a «ser conscientes de que esta fiesta también es un compromiso, ser conscientes de tantas necesidades, hacer extensivo el mensaje del Reino del que Jesús hablaba a tanta gente con un corazón agradecido. Cuando el mundo parece que se debate entre guerra y muerte, queremos amar, queremos la paz, el bien y la libertad. Donde hay personas hay esperanza. Necesitamos esperanza».
Tras la celebración de la Eucaristía y desde la plaza de la catedral partió una emotiva procesión que recorrió las calles de Santander para volver de nuevo a la Catedral. Sin lugar a duda, una jornada de conmemoración y agradecimiento, que resultó ser un exitoso encuentro entre fieles diocesanos en torno a Cristo, presente entre todos nosotros.
Y este domingo 29 de junio viviremos otro de los momentos más especiales del año: la ordenación diaconal de Juan José Conde y de José Luis García, que tras años de discernimiento y formación han llegado a un momento clave. Ellos respondieron a la llamada del Señor y este domingo darán un paso más, uno de los más importantes en sus vidas. Les acompañaremos en la Catedral de Santander a partir de las 18:00 horas, junto al presbiterio diocesano, familiares, amigos y al resto de fieles que quieran acercarse para compartir esta jornada tan especial con ellos.
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