María Ángeles Erburu, voluntaria desde hace 8 años, y Victoria Hernández, que acude por primera vez, narran el impacto espiritual de este santuario francés
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
María Ángeles Erburu, a la derecha, lleva ocho años peregrinando al Santuario de Lourdes como voluntaria
“Si vas a Lourdes, volverás cambiada”. A María Ángeles le dijeron esa frase hace ocho años, tras perder a su marido. Hoy la repite convencida, tras vivir una experiencia que le transformó. Como ella, cerca de 200 personas —entre ellas, enfermos, voluntarios, sacerdotes y fieles de Salamanca y Ciudad Rodrigo— han participado en la peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes del 1 al 5 de julio, acompañados por el obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana.
Durante cinco días, los participantes han vivido una intensa experiencia de fe, marcada por celebraciones como la misa internacional en la basílica de San Pío X, el paso por la Gruta de las apariciones, la procesión de las antorchas o el rezo del Rosario. Y todo ello acompañado de gestos pequeños que dejan huella: desde las comidas compartidas hasta una oración silenciosa en la capilla del Santísimo.
Un servicio que transforma
María Ángeles Erburu es una de las voluntarias que forman parte de esta peregrinación. “Llevo ocho años viniendo como voluntaria y cada vez salgo llena”, asegura emocionada. Su día comienza temprano, ayudando a las enfermas a prepararse, limpiando sus habitaciones y acompañándolas en los actos. “Hoy hemos estado en la misa en la gruta, luego en el vía crucis adaptado… ¡Cada momento es una maravilla! Aquí ves esperanza en cada rostro, ves fe, ves amor”.
Los voluntarios comienzan el día con una oración.
Su testimonio está marcado por el servicio silencioso y constante. “Nos quedamos en turnos de guardia por si alguna se pone mala, y siempre vamos acompañadas por médicos y enfermeras”, y asegura que es una entrega, sí, “pero también un regalo”.
María Ángeles llegó por primera vez a Lourdes animada por una amiga tras perder a su marido. “Al principio dije que no, no quería saber nada, estaba muy mal, pero me insistieron: ‘Si vas, volverás cambiada’. Y así fue. Vine por probar… y me enganché. No sé explicar lo que tiene Lourdes. Es algo que se siente dentro. Hay que vivirlo”.
María Ángeles porta un estandarte de la Virgen en la procesión de entrada al interior de la Basílica subterránea de San Pío X, donde se celebra la misa internacional
Primeras veces que marcan
Victoria junto a su madre y varias peregrinas de la Diócesis de Salamanca
Victoria Hernández ha participado por primera vez este año, acompañada por su madre. “Ella había venido de joven y tenía muchas ganas de volver y este año nos cuadró y nos animamos”, relata. Y, como tantos otros, ha experimentado esa sensación que cuesta explicar: “Es algo que se siente al llegar, una tranquilidad, una espiritualidad… Es para vivirlo”.
Cuando se le pregunta por el momento que más le ha tocado, no lo duda: “La misa internacional me emocionó, ver a tanta gente, de tantos lugares, todos buscando ese momento de oración, de gratitud, de esperanza... fue increíble”. También destaca la procesión de las antorchas: “Ese silencio orante entre miles de personas, de tantas culturas… Es impresionante”.
Aunque ha venido como peregrina, ya piensa dar un paso más: “Me he planteado volver como voluntaria, me parece un trabajo encomiable y muy exigente, pero también muy grande, es para pensarlo”. Y añade: “Lo mejor es también la convivencia, el conocernos, compartir comidas, actos, paseos… Venimos unidos por la fe, y eso hace todo más fácil”.
Victoria junto a varios peregrinos de la unidad pastoral de Peñaranda, entre ellos su párroco, Lauren Sevillano
Un encuentro universal
El obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, junto a una de las peregrinas, en la Basílica del Rosario
A lo largo de la semana, los peregrinos han compartido momentos con personas de todas las edades y procedencias. “Vamos por la calle y te cruzas con hospitalarios de Holanda, de Suiza… y siempre hay un saludo, un bonjour, un buongiorno… Es una unión que se siente”, dice María Ángeles. La convivencia, el respeto y el cariño entre los miembros del grupo también han sido clave: “Aquí hay una unión, una esperanza… Y una fe que se palpa”, insiste.
María Ángeles no duda en animar a otros a sumarse a esta experiencia: “Yo a mis hijos les digo: en Lourdes se palpa la fe”, y asegura que en Salamanca también, pero de otra manera. “Aquí se siente muy profundo, por eso animo a otros a venir, como voluntarios o peregrinos, es una experiencia que te cambia”.
La peregrinación finaliza este sábado, 5 de julio, con una misa de despedida y el regreso en autocar a Salamanca. Pero lo vivido en Lourdes no se queda allí. “Volvemos diferentes”, confiesa Victoria, porque asegura que lo que han sentido y compartido “nos lo llevamos en el corazón”.
Un viaje que, más que un desplazamiento, ha sido una experiencia de Iglesia viva, de comunidad, de esperanza en medio de la fragilidad. Y como recuerda María Ángeles, que encontró consuelo y sentido en este santuario tras la pérdida: “Hay algo aquí que te llena. No sé explicarlo, pero se nota. Lourdes te cambia”.
Via crucis con los enfermos, en la pradera del Santuario de Lourdes
La entrada Peregrinar a Lourdes: “La Virgen te llena: no se explica, se siente” se publicó primero en Diócesis de Salamanca.
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