Claudia es una joven auténtica, con un corazón sensible y una mirada que refleja profundidad. Nunca ha tenido miedo de ser ella misma, incluso cuando eso significaba ir contra la corriente. Siempre buscó un sentido más allá de lo superficial, aunque durante un tiempo lo hizo desde el dolor, la confusión y la soledad. Había una inquietud en su alma, una lucha interior que la desgastaba y la hacía sentir perdida.
Junto a Abril Casals llevan adelante el proyecto Ánimo Bombilla
Fue en medio de esa crisis personal cuando ocurrió algo que cambió su vida para siempre. Una noche, casi por impulso o quizás guiada por algo más grande que ella, decidió entrar a una iglesia donde se celebraba una Hora Santa con Hakuna. Al principio no entendía del todo qué hacía ahí, pero al arrodillarse frente al Santísimo, algo empezó a romperse dentro de ella: sus miedos, su culpa, su cansancio… todo empezó a rendirse ante una paz que no venía del mundo.
En ese momento, Dios comenzó a hablarle sin palabras. Fue un encuentro silencioso, pero profundamente real. Claudia sintió que no estaba sola, que alguien la miraba con ternura, sin juzgarla, con un amor que no pedía explicaciones. Ese fue el primer paso hacia su sanación.
Poco después, se sintió movida a confesarse. Hacía mucho tiempo que no lo hacía, y llevaba en su interior cargas que ya no podía sostener sola. En esa confesión, experimentó algo que no esperaba: libertad. Sintió que Dios la abrazaba a través del sacerdote, que le devolvía la vida, que la rescataba del abismo donde se encontraba.
Desde entonces, Claudia no es la misma.
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