El 14 de septiembre se celebra la Exaltación de la Santa Cruz, una fiesta que recuerda el amor infinito de Dios manifestado en la Cruz de Cristo. Como señala Tomás González en el comentario al evangelio de este domingo, “exaltar la Cruz es exaltarlo a Él, que a la Cruz se abrazó por puro amor”. Aclamar la Cruz es reconocerla como verdadero árbol de la vida, signo de salvación y esperanza para todos
Pasamos este año del domingo vigésimo tercero del tiempo ordinario al vigésimo quinto porque cae este 14 de septiembre, en jornada dominical, y se resalta de esta forma, más si cabe, una fiesta tan entrañable y necesaria como la Exaltación de la Santa Cruz.
El Viernes Santo, sobriamente, adoramos la Cruz tras escuchar la Pasión de Cristo y elevar al Padre la oración universal. Resuena la exhortación que recibimos al sernos desvelado el Señor en el madero: “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la Salvación del mundo”.
El día de la Exaltación de la Cruz volvemos a ver los mismos ornamentos rojos, y reconocemos en ellos la Sangre de Cristo derramada en la Cruz. Si Moisés elevó en el desierto una serpiente de bronce para procurar la salud corporal y perecedera, Cristo es exaltado en el Calvario para nuestra salvación del alma y definitiva, para que podamos aclamar la Cruz como verdadero árbol de la vida.
Entre las acciones del Señor que no podemos olvidar, como cantamos en el salmo de hoy, la acción de la Cruz es la demostración del amor extremo de Dios hacia nosotros. Tanto nos ama que entregó a su Hijo.
Exaltar la Cruz es exaltarlo a Él, que a la Cruz se abrazó por puro amor. Adorar la Cruz es postrarnos ante el misterio mismo de Dios que se ha humillado pasando por uno de tantos, como también proclamamos hoy en el cántico de Filipenses.
Gocemos pues de este domingo que nos regala una fiesta grande dedicada a esa palma y oliva preciosa que es la Santa Cruz, a ese árbol verde y deseado, utilizando figuras de nuestra Santa Teresa.
Como cofrade de la Vera Cruz debo invitarles a participar de la eucaristía precisamente en el templo dedicado en Salamanca a la Cruz. Será a las doce del mediodía. Tras ella, a la una, por vigésimo año consecutivo, escucharemos la Exaltación de la Cruz, que esta vez pronuncia el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz. Hoy y siempre tienen abiertas las puertas de la Capilla de la Vera Cruz, en el Campo de San Francisco.
Tomás González Blázquez, médico y cofrade
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