CATÓLICOS EN SALAMANCA – Peregrinos de esperanza, herederos del último viaje de santa Teresa

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Un centenar de personas de todas las edades ha participado en la 45ª Marcha Teresiana, reviviendo el camino que llevó a la Santa desde Medina del Campo hasta Alba de Tormes

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

La tercera jornada de la Marcha Teresiana volvió a estar marcada por el intenso calor poco habitual de esa semana de septiembre. El centenar de peregrinos hacían un alto en el camino entre los municipios de Zorita de Frontera y Aldeaseca de la Frontera. En ese prado, con algo de sombra que daba cobijo, siempre realizan un acto de fraternidad que dirige el sacerdote diocesano, Jorge García, que acompaña a los andariegos en cada edición de la marcha.

El sacerdote diocesano Jorge García durante el momento de reflexión en el prado

Allí les recordó que el peregrino sabe a dónde camina y “a pesar de las dificultades del camino, a pesar del calor, a pesar de los sufrimientos, a pesar de todo eso, sabemos que al final tenemos una recompensa“. Además, subrayó que lo que hacen los cuatro días de la Marcha Teresiana, “es un reflejo de lo que significa nuestra vida”.

También insistió en que no puede haber esperanza, “si no hay perdón”, y sin el perdón es imposible que las cosas comiencen de nuevo. Jorge García les habló del Año Jubilar de la Esperanza, y como cada edición, les invitó a darse un abrazo diciendo unas sencillas palabras. “Te quiero como eres”.

El carro con una imagen de la Santa

Teresa, de 84 años, es una de las peregrinas más veteranas

La etapa continuó hacia Aldeaseca, encabezada por la gran bandera de la marcha, que abre el paso.  Tras ella, los peregrinos caminan tras el carro, tirado por un burro, en el que viaja la imagen de Santa Teresa sentada, que cada año sale del convento de las Carmelitas de Alba de Tormes para participar en esta peregrinación. En los laterales del carro se leen los lemas que ha tenido esta iniciativa a lo largo de sus 45 años de historia y que, en esta ocasión, se centra en: “Peregrinos de esperanza”, en referencia al Año Santo que convocado por el papa Francisco para 2025.

Desde 1982 reviven del 17 al 20 de septiembre el último viaje de Santa Teresa de Jesús hasta Alba de Tormes. Una de las más veteranas de la marcha es Teresa, de 84 años, que en esta ocasión caminaba agarrada del carro para no perder el ritmo. “Le hice una promesa a la Santa para que cuidara a mi hijo militar durante una misión”, apuntaba. Ella siempre iba en la segunda fila de la bandera, pero este año, “voy agarrada al carro”, convencida de que ya ha sembrado la semilla en hijos y nietos para que continúen con la tradición.

Álvaro se emociona cada año en el encuentro con las Madres Clarisas en Cantalapiedra

El relevo generacional se percibe también en los más pequeños, como Álvaro, que celebraba ese mismo día sus 12 años. Él es natural de Fresno el Viejo, por donde pasa la Marcha Teresiana, y gracias a eso su familia se animó a unirse a este viaje.  “La experiencia es muy bonita porque haces muchos amigos”, confesaba. Y su momento favorito es el que comparten junto a las  Clarisas en Cantalapiedra, “cuando cantan y tocan la guitarra”.

Los familiares del fundador

Eva Briñón, nieta del fundador de la Marcha Teresiana

Una parada que también es especial para la nieta del fundador de la Marcha Teresiana, Eladio Briñón, que falleció en 2012. Eva Briñón reconoce que era el momento favorito de su abuelo, “le gustaba mucho cantar y muy alto, y en las Clarisas se canta la canción la de Teresa Bendita, y le he imaginado a él cantándola a todo pulmón, en la esquina donde se ponía siempre”.

Eva tiene 18 años y considera que la marcha es parte de su historia familiar: “Es como descansar, reconectar… una curita para el corazón”, asegura. De hecho, su madre, de Medina del Campo, y su padre, de Alba de Tormes, se conocieron durante una Marcha Teresiana.

Manuel junto a la santa en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en Aldeaseca

Su tío, Manuel Briñón, sacerdote dehoniano, recordaba precisamente cómo nació esta iniciativa hace 45 años, a raíz de un sueño de su padre: “Veía a Santa Teresa enferma, sola en un carro en su último viaje, y quiso acompañarla para que no se sintiera sola. Así empezó todo”. Para él, lo más bello de cada edición sigue siendo el compromiso final, antes de entrar en Alba: “Cada caminante ofrece a Dios un propósito concreto para el año, y eso nos ayuda a ser mejores personas”.

En la iglesia de Aldeaseca de la Frontera celebran el sacramento del Perdón

También los adultos jóvenes encuentran en este peregrinar un espacio de renovación. Como Jorge Jiménez, de 28 años, que participa desde la edición número 29: “Es una experiencia única e inolvidable, yo me quedo con el recibimiento de las Madres Carmelitas en Medina, el canto de las Clarisas y, sobre todo, el abrazo fraterno en el que nos decimos: te quiero como eres”.

Ya en Aldeaseca de la Frontera, celebraron la reconciliación en la iglesia, donde estuvieron arropados por sus vecinos. Uno de los momentos más emotivos fue cuando cantaron a la Virgen María, en este caso, la patrona de la localidad, Nuestra Señora de la Asunción.  Después compartieron la comida en el pabellón municipal. Y por la tarde, antes de partir hacia Nava de Sotrobal, celebraron en la plaza la comunión de los higos, que evoca como en su último viaje, al llegar muy enferma a esta aldea, apenas pudieron ofrecer a la santa unos higos para alimentarla.

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