CATÓLICOS EN SALAMANCA – La Asamblea Diocesana abre el curso con el bautismo como brújula y tres prioridades pastorales

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La Diócesis de Salamanca arranca el año pastoral en clave sinodal y misionera, en el tramo final del Jubileo de la Esperanza y en sintonía con el proceso de la Iglesia en Castilla

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

La Asamblea Diocesana, celebrada en el marco de la XVII Semana de Pastoral, se convirtió en el momento central de esta cita anual que marca el inicio del curso. Allí, la diócesis presentó las prioridades pastorales para 2025-2026, en un clima de discernimiento y comunión. El vicario de Pastoral, Andrés González Buenadicha, abrió la sesión situando el momento eclesial y social y alentando a vivir el año “como una gran oportunidad para comenzar de nuevo”, recordando que “su paciencia es nuestra salvación”.

En un contexto marcado por “cansancios viejos”, crisis ecológica, tensiones democráticas y soledad —especialmente en el medio rural—, invitó a reconocernos como “bautizados, amados, llamados y enviados”: “Nuestra Iglesia de Salamanca está llamada a ser un oasis de esperanza en el corazón de nuestros pueblos vaciados y de nuestra ciudad”, e insistió en que no nos encerremos en nuestras parroquias o en nuestras pequeñas burbujas comunitarias. “Salgamos juntos a la calle, a los barrios, a los pueblos, a los lugares donde la vida duele, donde la esperanza se ha perdido”, matizó el vicario de Pastoral.

Asimismo, insistió en la necesidad de salir para ser testigos de la alegría del Evangelio, “seamos una iglesia con los brazos abiertos, abramos nuestras puertas a los demás sin juicios ni prejuicios, y en este peregrinar llevemos el consuelo y la bondad de Dios a quienes experimentan la soledad y la ausencia de sentido para que experimenten con nosotros la certeza de la esperanza cristiana que no defrauda“.  Otro de sus mensajes se centró en que quizá no podamos cambiar todo el mundo, “pero sí todo su mundo a una persona concreta. Es la hora del amor”.

González Buenadicha enmarcó las prioridades diocesanas en tres contextos: la fase de implementación del Sínodo, el tramo final del Jubileo de la Esperanza —“solo Cristo nos pone en pie”— y el itinerario de la Iglesia en Castilla, que culminará en la Asamblea Eclesial del 1 y 2 de mayo de 2026 tras el recorrido de reconocer (2024), interpretar (2025) y elegir (2026).

Tres prioridades para  el nuevo curso

El delegado episcopal para vivir el Misterio y la Comunión, José Ángel Ávila, presentó la primera prioridad:Renovar la vocación bautismal como fundamento de una Iglesia sinodal y misionera”. Para ello, las delegaciones implicadas (Liturgia; Familia y Vida; Vida Consagrada; Clero y Vocaciones; Apostolado Laical; Vida Contemplativa; Ecumenismo) unificarán calendario y potenciarán sus jornadas propias para dar visibilidad a la vocación común y a las vocaciones específicas. Como hito común, se anunció un Congreso diocesano de pastoral vocacional el fin de semana del 14 y 15 de marzo de 2026, coordinado por la Mesa de Pastoral Vocacional.

Elena Partearroyo y María Ramírez, integrantes de esa mesa, subrayaron la necesidad de una cultura vocacional transversal que ayude a cada cristiano a descubrir su lugar en el plan de Dios y a renovar los compromisos adquiridos.

Por su parte, el delegado episcopal para la Evangelización y el Primer Anuncio, Javier Alonso Talegón, dio a conocer la segunda prioridad: “La comunidad cristiana en modo evangelizador”. Se trata de redescubrir que la misión evangelizadora es responsabilidad de todos los bautizados y que las parroquias, como comunidades de discípulos misioneros, han de ser el primer lugar de anuncio y formación en la fe.

Con esta prioridad, la diócesis quiere despertar la llamada misionera en cada creyente, tanto de manera personal como comunitaria, y al mismo tiempo promover una reflexión compartida que impulse la renovación de la iniciación cristiana desde el primer anuncio. Para favorecer este camino, se organizarán dos encuentros diocesanos: el primero, en noviembre, presentará la experiencia de algunas parroquias que ya han iniciado una conversión pastoral de clave misionera, y el segundo, el 18 de abril, se centrará en la catequesis vinculada al primer anuncio.

Ser misioneros de la fe

En este contexto, el testimonio de Andrés Torrado, joven de Pastoral universitaria, resonó como un aliento: “La fe no es cosa de uno solo, se trata de llevar el corazón del Evangelio a quienes ya creen y también a los que aún no se han encontrado con Jesús”. Este joven también considera que hay que animar al resto de católicos, “a ser misioneros de la fe, a que hay que llevar a Jesús a todos”. Y también apuntó otra misión muy importante, “que es llevar a Jesús a los que no lo conocen”.

La tercera prioridad fue presentada por la delegada episcopal para una Iglesia de la Caridad y Samaritana,  Mercedes Bayo, quien habló de la necesidad de “Renovar el compromiso con los necesitados desde la identidad bautismal”. Explicó que no se trata de repetir acciones, sino de darles nueva vitalidad, superando el cansancio y recuperando la alegría del Evangelio y de la misericordia.

La propuesta pasa por reforzar el trabajo en común y la coordinación de todas las delegaciones y servicios, “para evitar compartimentos estancos y potenciar la dimensión comunitaria del servicio a los más pobres”. En esta misma línea se quiere cuidar la formación, “tejiendo redes dentro de la diócesis y con instituciones civiles que también atienden las necesidades de los más vulnerables”.

Apertura del Centro de Escucha

Otro paso decisivo será la puesta en marcha del Centro de Escucha, con un equipo de personas ya preparado y con sede prevista en la casa parroquial de la Santísima Trinidad del Arrabal, lugar simbólico que en otro tiempo fue hospital de peregrinos. También se subrayó la importancia de incorporar nuevos laicos,y consolidar equipos en las distintas áreas de acción social, como un signo de esperanza y de compromiso renovado”.

El calendario de la diócesis tendrá un hito especial el 16 de noviembre, con la celebración de la IX Jornada Mundial de los Pobres, concebida como un acto conjunto de toda el área caritativo-samaritana. Asimismo, se impulsará el trabajo en torno a la pastoral de migraciones, a partir de la exhortación de la CEE “Comunidades acogedoras y misioneras”, y se fomentará la escucha activa de las necesidades del medio rural, para responder con gestos y acciones concretas.

Mercedes Bayo cerró su intervención con un mensaje esperanzador, evocando una carta llegada desde África: “Nos negamos a desviar la mirada ante las pateras que parten cada noche cargadas de vidas y sueños”. Y añadió: “El compromiso con los pobres nos mueve, nos remueve y nos desinstala, y es ahí donde la Iglesia se juega su fidelidad al Evangelio”.

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