¿Cuántas veces te ha pasado que estando centrado en un asunto, se te ha ido el santo al cielo? Es una expresión coloquial para indicar que, por un momento, se ha perdido la concentración. En la tradición católica, cada persona podía tener un santo protector al que tenía una especial devoción.
Este santo estaba atento a las necesidades que se tuviera. La persona que perdía temporalmente la inspiración o memoria, se decía que su santo se había ido al cielo. Pues a mí me pasa muy a menudo.
¿Cuántas veces al hacer la oración o estar ante el Señor te despistas o estás pensando en lo que tienes pendiente por hacer? Así somos, tan bien hechos y tan humanos, perfectos e imperfectos a la vez. El Señor todo lo hace bien, y, por supuesto, su gran obra, el hombre, pero contando con el detalle de que no somos dioses y de que nos ha concedido el mayor regalo que es la libertad.
Tenemos mil cosas en la cabeza y vamos como ovejas sin pastor, de un lado a otro, corriendo, sin descanso, sin silencio. No sabemos estar solos, quietos, sin ruidos, sin pantallas, en paz.
Por todo ello, el mundo nos come, se impone ante nosotros y solos no tenemos fuerzas para apartarlo. Solos estamos perdidos, nos equivocamos, nos hundimos, nos desesperamos… Y ¿Quién nos echa una mano entonces? ¿Nadie?
Nuestras debilidades y defectos, el Señor bien los conoce, no le sorprenden y nos da pautas para superarlos. Estoy segura de que tiene un gran sentido del humor y se ríe mucho con nosotros.
Nos desesperamos cuando las cosas no salen como deseamos, pero no sabemos el final de la película. Cada día nos dice al oído: “Venid a mí los que estéis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”. Con nuestro esfuerzo solo nos cansamos. No tenemos que llevar la mochila solos sino en los hombros del que nos acompaña siempre.
Cuando nos equivocamos, Él nos mira con amor, como un padre que sabe que estamos aprendiendo. Te anima a seguir adelante porque los errores son parte del aprendizaje. Los despistes no definen quién eres, sino que nos enseñan paciencia, humildad y confianza en Él.
Sigue adelante, siempre adelante, confiando en quien más te ama y sabiendo que, gracias a Dios, no somos perfectos y que la vida es una oportunidad para ser santos.
Marienma Posadas Ciriza
La entrada ¡Qué despiste!<br/><span class=”autorcontitulo”><span class=”sinautor”>Sin Autor</span></span> se publicó primero en Jóvenes Católicos.
————————————————————————————————————————————————————————————
El anterior contenido fue publicado en: