Mons. Rico realizaba en la Catedral el envío a la misión de los agentes evangelizadores de la diócesis
Este sábado, 5 de octubre, ha tenido lugar el envío a la misión de los agentes evangelizadores de la diócesis. Profesores de Religión, catequistas, colaboradores de parroquias, grupos y movimientos … Todos aquellos que participan de forma activa en la vida de la diócesis estaban llamados a esta celebración, que este año contó con una muy numerosa participación de todos.
El salón de actos del colegio diocesano Asunción de Nuestra Señora fue el lugar elegido para abrir esta jornada, en la que se reflexionaba sobre la primera de las virtudes teologales que se van a trabajar en el nuevo plan diocesano de pastoral para los próximos tres años. Y es que la esperanza, sobre la que también versará el próximo Jubileo de toda la Iglesia, fue el tema sobre el disertó nuestro obispo Don Jesús ante el concurrido auditorio. Una esperanza que, señalaba, se hace más necesaria que nunca en aquellos momentos de prueba “que podemos pasar en algún momento cualquier creyente”, en las que “no sentimos la presencia de Dios”. Sin embargo, aseguraba Mons. Rico, “Jesús está con nosotros, aunque caminemos en cañadas oscuras. En medio de un túnel oscuro, aunque no veamos, sentimos la mano de Jesús”.
“Vivimos en una Iglesia en la que a veces falta la esperanza”, confesaba Don Jesús. “Falta entusiasmo como evangelizadores por la escasez de resultados, por ejemplo. Sin embargo, estas debilidades no nos deben hacer flaquear”, continuaba explicando. Y es que, en este sentido, expresaba a los presentes (personas implicadas en la evangelización de la Iglesia), que es necesario que sientan esa esperanza en el sentido de una segunda llamada de Jesús: “Cuando uno se acostumbra y se aburre, y la misión es una especie de empleo (¡qué triste es el funcionariado de la fe!), es momento de escuchar esa segunda llamada de Jesús para caminar, para rehacernos. No tengáis miedo a esa segunda llamada: no es ilusión, es Él quien llama a nuestra puerta”.
“No es tiempo de rendirse porque nos dé miedo – continuaba Don Jesús – ni de refugiarnos en tiempos pasados”. Ante ello, nos indicaba la necesidad de “navegar mar adentro” y seguir siendo “pescadores de hombres”. “Esto último no es hacer proselitismo”, aclaraba. “Cuando un cura o un laico hace proselitismo, eso no es cristiano. Cristiano es invitar, acoger. El Evangelio es un anuncio de vida en mitad de la muerte”.
Para la labor evangelizadora que tenemos como cristianos, Mons. Rico explicaba la necesidad de sentir siempre la esperanza, puesto que ·”sin esperanza es imposible evangelizar. Pero para mantenerla viva necesitamos una profunda espiritualidad”. ¿Y cómo hacer esto posible? Según explicaba nuestro obispo, la primera clave de ese aprendizaje de la esperanza es la oración. “Si ya no hay nadie que me escuche, nadie que me ayude, ahí está siempre Dios”. En la oración, además, “nos hacemos ministros de la esperzanza de los demás”.
“Cristo sigue contando con nosotros para ser testigos de esperanza y de reconciliación y paz en nuestro mundo. La evangelización no se hace sin una vida enraizada en Cristo, con una fe profunda y madura”, concluía Don Jesús, no sin antes encomendar la tarea de todos a la Virgen de la Esperanza, “para que seamos constructores de esperanza en nuestras familias, comunidades y pueblos”.
Tras la ponencia, los profesores de Religión recibieron de manos del obispo la Missio Canónica para poder ejercer su labor.
Y ya en la Catedral, se desarrolló la celebración de envío, renovando todos los presentes sus promesas bautismales, su compromiso con la Iglesia, y recibiendo la bendición por parte de Mons. Rico, enviándoles, como el mismo Jesús hizo con sus Apóstoles, a anunciar el Evangelio en cada uno de sus ambientes.
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