En su homilía, el obispo invitó a contemplar el misterio de la Navidad, destacando que Dios se hace pequeño para que nosotros podamos “comprenderlo, acogerlo y amarlo”. Además, recordó que, si algo en nuestra vida merece atención inmediata, es la causa de Dios: “Dios tiene la máxima prioridad”
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
La noche de la Nochebuena reunió en la Catedral Vieja a numerosos fieles para celebrar el nacimiento de Jesús en la tradicional Misa del Gallo, que presidió el obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, acompañado del nuevo deán, Jorge García, y los canónigos Casimiro Muñoz, José Luis Sánchez Moyano, Jesús Terradillos, Florentino Gutiérrez y Antonio Matilla.
En su homilía, Mons. José Luis Retana invitó a la asamblea a abrir sus corazones para contemplar el misterio de la Navidad: “El Todopoderoso se hace uno de nuestra carne, se nos manifiesta en la debilidad de la carne de un niño pequeño” y “sólo pide nuestro amor”, señaló. “Dios se ha hecho pequeño para que nosotros pudiéramos comprenderlo, acogerlo, amarlo”, añadió.
El mensaje sencillo de Dios
Al comentar al evangelio de Lucas proclamado, que relata el anuncio del ángel a los pastores, el obispo destacó la sencillez del mensaje de Dios encarnado en un Niño nacido en un humilde pesebre. “La señal de Dios es el Niño: su necesidad de ayuda y su pobreza. Solo con el corazón los pastores pudieron ver que en este niño se realizaba la promesa del profeta Isaías”, señaló don José Luis, resaltando cómo Dios elige manifestarse “en la sencillez”.
Así, exhortó a todos a imitar a los pastores, quienes, tras recibir el anuncio del ángel, se apresuraron a buscar al Salvador. “Dios tiene la máxima prioridad”, subrayó. Y recordó también que, si algo en nuestra vida merece atención inmediata, es la causa de Dios: ‘No anteponer nada a la obra de Dios’, insistió. Y aseguró que “el tiempo dedicado a Dios y, por Él, al prójimo, nunca es tiempo perdido”.
El Niño y los niños de hoy
El obispo también reflexionó sobre la conexión entre el nacimiento de Jesús y las injusticias que sufren miles de niños en la actualidad. “El Niño de Belén nos hace poner los ojos en todos los niños que sufren y son explotados”. En ellos, “nos interpela el Dios que se ha hecho pequeño”. Y pidió orar “para que el amor de Dios acaricie a todos estos niños” y nos inspire a respetar su dignidad. “Que nazca para todos la luz del Amor, que el hombre necesita más que las cosas materiales necesarias para vivir”.
Redescubrir el misterio de la Navidad
Antes de concluir su mensaje, animó a los presentes a redescubrir el auténtico sentido de la Navidad. Recordó que esta celebración, hoy convertida en una fiesta de intercambio de regalos, encuentra su inspiración en el gesto de Dios “que se ha dado a sí mismo”. Sin embargo, insistió en la importancia de no olvidar lo esencial: “darnos mutuamente algo de nosotros mismos”, nuestro tiempo y nuestro amor. “Así ha actuado Dios mismo”.
Finalmente, solicitó a todos pedir con fe “que la luz que vieron los pastores nos ilumine también a nosotros” y se haga realidad en el mundo el canto de los ángeles: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor». ¡Amén!
La celebración terminó con la adoración del Niño Jesús por todos los fieles y el canto de villancicos a cargo del coro de la Catedral.
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