«¿Para quién soy?» era el título del Congreso Nacional de Vocaciones celebrado el pasado fin de semana (del 7 al 9 de febrero) en el Pabellón Madrid Arena. Más de 3.000 personas acudieron al Congreso, que contó con conferencias, talleres y testimonios de contenidos muy variados en torno a la Vocación y a la pregunta que daba nombre a este congreso, «¿Para quién soy?».
Después de una serie de reuniones en las que se prepararon contenidos que después se iban a trabajar en el Congreso, un grupo representativo de nuestra diócesis acudió hasta Madrid para participar en el mismo. La primera reacción fue «muy positiva», tal y como relata el Delegado episcopal de Pastoral Vocacional, Luis José Fernández Candanedo: «Ha sido impresionante ver a gente de tantas provincias diferentes, de tantas edades, de tantas realidades eclesiales. Es una auténtica riqueza que se materializa en rostros concretos, en vocaciones concretas, en personas que buscan la voluntad de Dios en todos los estados de vida: en la vida consagrada, en la vida de familia, en el laicado, en la vida sacerdotal, en la vida misionera. Fue una preciosidad ver a cada uno respondiendo a la vocación que Dios le había llamado».
Ya nada más entrar, antes incluso de asistir a ninguna conferencia, la propia arquitectura del congreso ofrecía una reflexión. Como explica una de las asistentes, Anabel Prieto, consagrada en el Movimiento de los Focolares y residente en Oviedo, «Para entrar al espacio, teníamos que pasar por tres puntos. El primero, nos recordaba nuestro bautismo, subrayando así que nuestra vocación, la de todos, surge desde ahí, en el bautismo comienza todo. El siguiente punto se llamaba El laberinto de la vida, donde nos iban planteando situaciones preguntas que te vas haciendo a lo largo de la vida, que a lo mejor le das vueltas pero al final siempre llegas a la meta. Y finalmente una parte que a mí personalmente me gustó mucho, que se llamaba El túnel de la santidad, donde se hacía referencia a la meta final y a esa vocación que todos tenemos, que estaba decorado con dibujos de Fano, que hacían referencia a grandes santos, o quizás a santos de la puerta de al lado. Al final, ya entrabas en la sala».
Durante todo el Congreso, las diferentes conferencias y talleres trataron de ayudar a dar respuesta a la pregunta «¿Para quién soy?», tratando temas muy diversos entre sí. Entre ellas, el Delegado de Pastoral Vocacional destaca una que tuvo lugar el sábado por la tarde, a cargo de Consolación Isart, Cruzada de Santa María, que abordaba distintas problemáticas dentro de la vocación, «cómo ayudar a la gente a responder a su propia vocación y cómo ayudarnos a nosotros mismos también».
Porque la dificultad de «escuchar» e «interiorizar» es algo muy real en nuestros días. «La sociedad en la que nos encontramos, que nos llena tanto de cosas, que no nos deja pararnos y mirar hacia dentro, no ayuda a encontrar la respuesta a la pregunta de nuestra propia vocación», destaca Anabel Prieto. «Ciertamente, la rapidez de la vida, el exceso de trabajo, de responsabilidades, ese estilo de vida que hasta les afecta a los propios niños es muy negativo para todos», afirma también Candanedo. Y aún así, a pesar de todo, ambos concluyen en que «el espíritu sigue actuando». «Lo veías en las personas que te ibas encontrando en el Congreso, los caminos que compartían. Dios sigue actuando y sigue llamando, y está en nosotros el responder y el ayudar a que se pueda escuchar», afirma Anabel.
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