Desde la perspectiva de la filosofía tomista y la fe católica, la idea de “revolución” tiene aspectos que son inherentemente contrarios a sus principios fundamentales. Santo Tomás de Aquino, al desarrollar su sistema basado en la ley natural, la ley divina y el orden providencial, proporciona una base para analizar este concepto. A continuación, se explican las razones por las que el tomismo y la fe católica consideran que ciertos elementos de la revolución son contrarios a la fe:
1. Ruptura con el orden natural y divino
- Ley natural y divina: Para Santo Tomás, el orden de la sociedad debe reflejar el orden natural establecido por Dios, que se deriva de la ley eterna. Las revoluciones, al buscar una ruptura radical con el orden existente, suelen intentar subvertir estas leyes naturales y divinas.
- Problema filosófico: Si una revolución se fundamenta en ideas que niegan a Dios o rechazan principios fundamentales como el derecho natural (por ejemplo, el respeto por la vida, la familia o la autoridad legítima), entonces se aparta de la moral objetiva y cae en el relativismo.
2. Ataque a la autoridad legítima
- Autoridad como reflejo de Dios: Santo Tomás enseña que toda autoridad legítima proviene de Dios (Summa Theologiae, I-II, q. 90-97). Cuando una revolución busca derrocar a una autoridad legítima sin justificación moral suficiente, se opone al diseño divino.
- Condición para la resistencia: Tomás admite la resistencia a un gobernante sólo si este actúa de manera tiránica y viola gravemente el orden natural y la ley divina. Sin embargo, una revolución que rechaza toda forma de autoridad legítima, simplemente por buscar un cambio, sería inmoral.
3. Uso de la violencia injustificada
- Paz y justicia: En la ética tomista, la paz es un bien supremo que refleja el orden de Dios. La revolución, al implicar generalmente violencia, disturbios y caos, es contraria a este principio si no está orientada a un bien común superior que justifique el mal menor de la violencia.
- Guerra justa: La doctrina de la guerra justa de Santo Tomás establece criterios estrictos para la violencia, como la causa justa, la autoridad legítima y la intención correcta (Summa Theologiae, II-II, q. 40). Una revolución violenta que carezca de estos elementos es intrínsecamente desordenada.
4. Rechazo de la tradición y continuidad
- Valor de la tradición: El tomismo valora la continuidad y la tradición como reflejo del desarrollo orgánico de una sociedad conforme a los principios naturales. Las revoluciones frecuentemente buscan destruir esta continuidad y reemplazarla por sistemas artificiales basados en ideologías modernas.
- Efectos destructivos: La ruptura con la tradición puede llevar al caos moral y cultural, pues debilita los fundamentos éticos y espirituales que sostienen una sociedad.
5. Relativismo y subjetivismo
- Rechazo de la verdad objetiva: Muchas revoluciones modernas, especialmente las influenciadas por el racionalismo o el materialismo, niegan la existencia de una verdad objetiva o un bien supremo. Para Santo Tomás, esta negación es contraria a la ley eterna y al orden creado por Dios.
- Subjetivismo moral: Si la revolución se fundamenta en principios subjetivos (por ejemplo, el poder de la mayoría o el interés de una clase), su legitimidad es cuestionable desde una perspectiva tomista.
6. Promoción del orgullo y la rebelión
- Pecado del orgullo: El tomismo ve la rebelión contra el orden establecido, especialmente cuando está inspirada por el orgullo o el deseo de poder, como una manifestación del pecado. Satanás, en la teología cristiana, es el primer rebelde que introduce el caos al rechazar la autoridad divina.
- Virtud de la humildad: Las revoluciones que promueven el orgullo humano como motor del cambio se oponen a la virtud de la humildad, central en el pensamiento tomista.