CATÓLICOS DE ASTURIAS – La labor de la Iglesia entre las gentes del mar

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El 16 de julio, festividad de Nuestra Señora del Carmen, la Iglesia celebra el «Día de las Gentes del Mar», en esta ocasión con el lema «María, guía y esperanza nuestra», enmarcado dentro del Jubileo 2025. En su mensaje, los Obispos responsables del Apostolado del Mar de la Conferencia Episcopal Española recuerdan que aún existen muchos retos en el mundo de las personas que trabajan en el mar y con ello, muchas familias que sufren. Está el problema de la siniestralidad laboral, la regulación y seguridad de los marineros y pescadores, entre otros muchos aspectos. En todo ello la Iglesia está y quiere estar presente. ¿Cuál es su labor en este ámbito? Hablamos con el sacerdote Pedro Fernández, párroco de Puerto de Vega y responsable del Apostolado del Mar en la diócesis.

¿Cuál es la labor de la Iglesia en el ámbito del mar y en torno a las personas que trabajan en él?
En primer lugar, estar atento a todas las necesidades que la gente del mar pueda tener, sobre todo en cuanto a aquellos que están en altura, como la Marina Mercante, donde pasan meses y meses fuera del hogar, en un habitáculo pequeño, donde trabajan, conviven, tienen poco tiempo de ocio, donde las condiciones laborales están, aunque ya hay muchos medios, es verdad, pero están a socaire de tempestades, de oleajes, de mala mar etc. Entonces es estar atentos a que, por lo menos, tengan un trabajo digno. Porque aunque ya está más o menos regulado a nivel mundial, pues bueno, hay mucho «pirata».

¿Y qué es Stella Maris, que está presente en todo el mundo, no solamente en diócesis españolas, sino que es un movimiento mundial? 
Stella Maris se funda en Glasgow en 1920. Aquí en España comienza en 1927. Son centros que están en los puertos de interés general, que en España hay unos 56, en Asturias tenemos dos: el Musel  y Avilés. Y se crea para la atención precisamente de esta gente que está meses y meses navegando y así, cuando lleguen a puerto, tener un espacio donde sentirse como en casa. De hecho, el lema de Stella Maris es «Hogar lejos del hogar». Allí se les ofrecen necesidades básicas. Por ejemplo, ahora se les dan tarjetas para llamar por teléfono, wifi, un sitio para tomar tranquilamente un café, leer un libro, esparcir un poco, salir de lo que es el puerto y el barco y tener como una referencia y sobre todo, cuidar la vida espiritual. Porque en los buques no hay curas y esta gente también necesita tener un acompañamiento espiritual. Estos centros son para ellos una referencia en la vida cristiana y humana en los puertos.

Aquí en Gijón, concretamente en el Musel, hubo un centro de Stella Maris muchos años. Ahora mismo no lo hay pero se quiere relanzar ¿verdad?
Sí. Además es algo que está muy valorado.  Todos los marinos, como viven en esas condiciones de aislamiento, de desarraigo, al llegar a los centros de Stella Maris, como decía antes, lo sienten como un hogar. Me decía un amigo mío que estuvo mucho en la Marina Mercante, que hasta había agradecido que le hubieran regalado un kit con botones, hilo y aguja. En Gijón, sí hubo Stella Maris, ahora no lo hay, es lo que me toca a mí relanzar. El puerto de Gijón, como todos los puertos de España, está interesado en potenciar lo «social». En su momento estuve hablando con el antiguo presidente del puerto, Laureano, ahora tendré que volver a hablar con la nueva responsable, pero sé que hay una sintonía para poder llevarlo a cabo. Necesito también gente de Gijón para que se hagan voluntarios y ayudar así a poder atenderlo presencialmente.

Stella Maris colabora también con otras instituciones de Iglesia como Cáritas.
Por supuesto, claro. La Iglesia somos todos. Stella Maris es Iglesia. Con una tarea específica, pero en contacto y participando de toda la pastoral de la Iglesia. Somos un cuerpo, ¿no? Como cuerpo, uno oye, otro habla, otro pone la mano para ayudar, etc.

El lema de este año en el Día de las Gentes del Mar alude a la esperanza en este Jubileo de 2025 y habla precisamente de la esperanza en torno a la gente del mar, porque son muchos los que están trabajando, que anhelan llegar sanos y salvos a sus hogares, y también está la situación de las familias que esperan su llegada. ¿Cómo es esa realidad de la gente que trabaja en este ámbito?
Tal cual. Los pescadores de Puerto de Vega, cuando salen al bonito, que están fuera unas semanas, enfocan la lancha hacia la Capilla de la Atalaya y ponen la bocina tres veces, tres Salves, como una oración para que la Virgen los acompañe y les devuelva sanos y salvos al puerto. La religiosidad del marino es muy especial. Son gente ruda, pero por dentro la emoción y la devoción hacia la Virgen aflora. Igual no son de ir mucho a misa, pero cuando llega el día de la fiesta, ahí están. Y es precisamente la fe la que muchas veces les sostiene en los momentos complicados y difíciles. Y en las lanchas siempre llevan a la Virgen del Carmen, a la Virgen de la Atalaya o una referencia religiosa porque la necesitan, evidentemente.

En nuestra diócesis la Virgen del Carmen se celebra con muchísimo cariño y devoción. ¿Qué celebraciones de estas villas marineras –o no tanto porque también hay otros lugares de tierra adentro que lo celebran– destacaría por su belleza?
Aunque la Virgen del Carmen es, digamos, la titular, hay otras advocaciones más aquí en Asturias. En Llanes, por ejemplo, está la Virgen de la Guía; en Candás, en Luarca, está la Virgen del Rosario; en Puerto de Vega está la Virgen de la Atalaya… pero sí es verdad que es en la Virgen del Carmen, donde se centra la festividad de la gente del mar. Yo, así de repente, destacaría tres: soy de Candás, donde el Cristo de Candás es el patrono mayor de todas las cofradías, pero mi padre, es de Luanco. Entonces, la Virgen del Carmen en Luanco, que salen con ella en procesión, con la lancha, es muy emotiva. Además, mi abuelo, padre de mi padre, fue de la Marina Mercante. Y falleció además en una poza pescando en Luanco, cuando mi padre tenía diez años.
Luego es muy bonita también la de Salinas, donde los portadores de la Virgen del Carmen se meten ellos en el mar con la imagen. Y el año pasado fui llamado por el párroco de Tapia, Jorge Luis, a presidir la Virgen del Carmen y quedé impresionado de la cantidad de gente y de la devoción que hay. Ya me habían hablado de ella, pero nunca lo había vivido y fue impresionante.

Ya para resumir,  si tuviéramos que destacar esas dificultades principales que tienen las personas que trabajan en la mar, ¿cuáles podemos destacar donde la Iglesia puede estar presente?
Sobre todo, la dimensión profética te podría decir que es lo que destaca en Stella Maris, porque en muchas ocasiones no se respetan los derechos humanos por la complejidad que supone la vida del mar. El barco tiene bandera o es de nacionalidad a veces hasta de países donde no hay ni mar. El armador es de otro país, la capitanía del barco y mandos de otro país, tripulación de otro país y las condiciones son muy duras, que a veces no atienden a las necesidades y a la seguridad de los barcos. Entonces, Stella Maris hace una labor de no solo acompañar, sino de ver, mirar y poder denunciar para poner en aviso a las distintas autoridades que tienen que velar por la seguridad de los marinos, para que actúen.
Recuerdo el caso de un barco en Boston. Los miembros de Stella Maris subieron para ofrecer asistencia espiritual y humano a los que lo necesitaran. Por otro tripulante, se enteran de que hay un tripulante que tiene un brazo roto, que está escondido porque el capitán no quiere que baje a puerto a curarse. El Stella Maris de Boston, sabiendo que este barco va a ir a Barcelona, llama a Barcelona para poner a Stella Maris sobre aviso para que miren bien y vean si es verdad. Sucede que es cierto, la Capitanía Marítima hace la inspección, sacan a ese hombre y lo atienden a Barcelona para curar ese brazo roto.
El Villa de Pitanxo: ¿quién hizo toda la gestión de reparto, de atender a las familias que eran además del Perú, con unas situaciones dramáticas? Fue Stella Maris quien estuvo en la gestión de todo aquello. Y en Avilés hace unos años sucedió que hubo un buque al cual Capitanía Marítima no le había dejado dejó zarpar porque no tenía las condiciones necesarias. El armador se desatendió completamente del barco, de la tripulación y de los tripulantes, quienes no tenían más remedio que permanecer en el interior porque si salían, perdían todos los derechos laborales. Estuvieron allí meses mientras se arreglaba la situación pero había que darles de comer, que atenderlos y todo eso se hizo a través de Cáritas Avilés. Me consta porque Stella Maris y se puso en contacto con Cáritas.

Son situaciones que hoy en día se dan, parece mentira, pero es que el mundo del mar es el gran desconocido y eso que es el que mueve el 80 % de la economía mundial. Si hoy pedimos un producto y lo tenemos a los dos días, es gracias a esta gente del mar.

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