CATÓLICOS DE ASTURIAS – Mons. Martínez Camino: «El hecho más importante de la historia de la Iglesia en el siglo XX es el martirio»

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El Obispo Auxiliar de Madrid, Mons. Juan Antonio Martínez Camino (Marcenado, Siero), ha estado estos días en Asturias para presentar su libro «Los 39 mártires de 1934, con los santos de Turón a la cabeza», una obra en la que se describe, por vez primera, el panorama completo del martirio en España en el año 34. El acto fue organizado por la Librería Diocesana de Oviedo y de Gijón y tuvo lugar en el Club de Prensa de La Nueva España, el miércoles, 5 de noviembre. El Arzobispo de Oviedo, autor del prólogo, presidió el encuentro, que contó con numeroso público.

Así respondió a la entrevista para los medios de comunicación de la diócesis:

Este libro pone sobre papel por primera vez ese compendio de mártires del año 34, laicos y religiosos que fueron asesinados por odio a la fe. Qué curioso que hasta el momento no haya habido una recopilación como tal.
En esta historia tan interesante queda mucho por hacer, es una cantera que apenas está explorada. Así lo digo. Aunque, gracias a Dios, de los mártires del siglo XX en España, de los cuales estos 39 son los primeros, ya han sido beatificados 2.200 y están en proceso unos 3.000 y pico. Claro, fueron más de 10.000. En este librín aparecen los santos de Turón: San Cirilo Beltrán y los ocho Hermanos de la Salle, de la Escuelina de Covadonga de Turón. Estos ya son santos. Solo hay otro santo mártir que no es hermano de la Salle, que es San Pedro Poveda, pero que estuvo en Covadonga y por lo tanto también tiene que ver con Asturias. Este es un libro de divulgación para todos los públicos, para dar a conocer esta gran epopeya del martirio del siglo XX en España y en todo el mundo. Y es un libro de divulgación, por lo tanto es una recopilación para ver el conjunto y eso pues a nadie se le había ocurrido hasta ahora, que yo sepa, y si hay alguno que lo sepa que me lo diga por favor.

Portada del libro

Asturias en este caso, se «lleva la palma», nunca mejor dicho, en la persecución religiosa en el año 34. En su libro explica los motivos del «éxito» de la revolución en esta tierra más que en otros lugares.
Un éxito trágico. Fue una revolución, la del 34, que se llamó «de Asturias» porque aquí fue donde esta tragedia tuvo más duración y muchos más muertos. 1500 muertos. Pero era un levantamiento contra la República planeado para toda España desde Madrid. Y en Madrid hubo 40 muertos y en Barcelona 80. Y hubo por lo menos 39 mártires. Digo por lo menos porque es lo seguro, pero puede haber más. No muchos más, pero puede haber algunos más. Católicos, muertos por ser católicos, asesinados por ser católicos.

Y de ellos, la mayoría también son de Asturias, con estos santos de Turón a la cabeza; con los beatos Seminaristas Mártires; con los Padres Paúles del Seminario de Oviedo; con el prior de los Carmelitas de Oviedo, el Beato Eufrasio de Niño Jesús; con el Vicario General de Oviedo, que está en proceso de beatificación, Juan Bautista Puertes se llamaba; pero también hay otros de fuera. En Asturias fueron 35 y hay cuatro también martirizados de fuera de Asturias. Concretamente, uno que ya es Beato, el Beato Bernardo, hermano marista de Barruelo, en la provincia de Palencia. Luego el párroco de Navás, en la provincia de Barcelona, diócesis de Solsona, Josep Morta, y también otro sacerdote de Palencia. Y luego un seglar, que está en proceso de beatificación, que se llama Marcelino Oreja Elósegui, asesinado en Mondragón. Era una revolución para toda España y en Asturias duró un poco más, con muchos muertos y mucho dolor.

A diferencia de los mártires asesinados en el 36, que eran conocedores ya de esta persecución porque había empezado antes, ¿los religiosos en el 34 pensaban que eso no podía sucederles a ellos? ¿Tiene esa sensación, después de conocer sus biografías?
No. Ellos estaban esperándolo. Los Seminaristas Mártires de Oviedo y los Hermanos de Turón, Cirilo Bertrán y compañeros, por ejemplo. Cirilo Bertrán tenía 47 años y llevaba solo un curso, un año en Turón. Los demás entre todos no llegaban a 24 años de media, eran todos jóvenes y llevaban menos de un año en Turón y dos de ellos cuatro o cinco meses porque dos de los que vinieron al principio del curso 33-34 no aguantaron y tuvieron que cambiarlos porque venían con muchísima presión. La presión anticatólica en los años 33-34 era muy fuerte.
¿Y por qué llevaban tan poco tiempo en Turón? Porque una ley del año 33 prohibió a todos los religiosos la enseñanza. ¿Y qué hicieron los Hermanos de la Salle? Pues sacaron un resquicio legal para poder seguir con su tarea y montaron una operación que llamaron «Operación Balmes», que consistió en vestirse todos de seglares, dejar el hábito y el baberín que llevaban los Hermanos de la Salle, que llevan, y cambiarlos a todos de sitio, de colegio o escuela. Entonces, en el curso del 33, llegaron aquí nuevos y  venían contando con ello, con el martirio. ¿Creían que podrían sufrirlo al 100%? no, pero había mucha presión y persecución legal a los religiosos en España, ya desde el año 31. Lo podemos ver en el testimonio de uno de los religiosos de Turón, San Benito de Jesús, que es el primer santo de la Argentina. En realidad sus padres eran de Burgos pero él había nacido en Argentina y sus padres habían vuelto a España, aunque el padre había vuelto a probar fortuna de nuevo en México, justo cuando estaba la revolución y la resistencia católica con los cristeros, donde asesinaron a unos 500 sacerdotes. San Benito de Jesús, que así se llamaba –su nombre de pila era Héctor Valdivielso–, se escribía con su padre y le decía ya en el año 26, cuando él tenía 16 años y estaba en el Seminario de los de la Salle, y le decía así: «usted está en un país de persecución, yo estaría contento, si pudiera estar como usted en medio de una persecución donde poder obtener el martirio e ir al cielo». Y en el año 27, cuando fueron beatificados los hermanos de La Salle que fueron asesinados en la revolución francesa, le escribía también así a su padre: «¿Qué importa la muerte? Al contrario, es una gracia de Dios que da a sus escogidos. Si amáramos a nuestro Señor, nos gustaría el día en que podamos dar la vida por Él».
Es decir, no es que estuvieran tan solo prevenidos, sino tenían «deseo» de martirio, había una mística del martirio.

Sin embargo, en alguna carta también precisamente de alguno de los Hermanos de Turón, se comentaba que ellos se sentían queridos por el pueblo. Y pensaban que eso les podría proteger.
Sí, sí, sí.  Los hermanos de la Salle llevaban en Turón desde 1919 porque la empresa Huyera había creado allí una escuela gratuita para los hijos de los empleados suyos que eran casi todos los del pueblo. Habían educado a más de 1500 chavales del valle en todos esos años y los jóvenes y los padres estaban encantados. Decía uno después de la revolución que hasta entonces, hasta que se tensó tanto la situación por las leyes sectarias y por las ideologías del odio que entonces imperaban, hasta entonces las fiestas del colegio eran las fiestas del pueblo. Era un pueblín pequeño, Turón, mucho más que ahora y en el colegio hacían fiestas y allí iba todo el pueblo. Pero ya en el 33 tuvieron problemas, como una denuncia del Alcalde Turón de entonces.

Es autor de numerosos libros, y concretamente tiene varios sobre el tema del martirio y de la persecución religiosa en España. ¿Cree que es importante que los cristianos, los católicos aquí en España, concretamente, conozcamos a fondo este suceso  tan triste  del siglo pasado?
Tan triste y tan glorioso. Porque si me preguntan qué es lo más importante de la Historia de la Iglesia del siglo XX, no sólo en España, diría que el martirio.

Sólo en el campo de concentración de Dachau, el primer campo de concentración que hizo Hitler para sus adversarios políticos y para los enemigos de su ideología racista y anticatólica, estuvieron 2.900 curas católicos internados, de los cuales murieron 1800 y pico, la mayoría polacos, pero también franceses y holandeses. Hay uno que ya es santo, San Tito Brandsma, que era un carmelita holandés, rector de la Universidad Católica de Lobaina.

En este sentido, en cuanto a los perseguidores de los cristianos, las ideologías fueron de distintos ámbitos, pero todas ellas dominadas por una falsa idea del progreso. Ese «paraíso en la tierra» que ellos prometían ilusamente y con promesas con las que encandilaron a tanta gente. Estas falsas promesas no se cumplieron, porque el que promete el paraíso en la tierra, como aquellos ideólogos, y olvida el cielo de Dios, pues lo más probable es que haga un infierno en la tierra. Como sucedió en siglo XX, que es el siglo más violento de la historia.

Este hecho martirial no solo es de España, sino de toda Europa y de todo el mundo en el siglo XX a causa, vamos a decir así, de los devotos del «ídolo progreso». Cuidado, no estamos hablando del buen progreso, contra el que no hay nada. Que podamos hablar por la radio tan campantes o que yo haya podido venir de Madrid en tres horas y media, eso es un progreso magnífico. Pero cuando esto se convierte en una obsesión absurda de pensar que vamos a hacer el cielo en la tierra y esto ocupa las mentes de la gente, pues entonces esto no presagia nada bueno, como sucedió.

Por tanto y repito, si se me pregunta cuál es el hecho más importante de la historia de la Iglesia en el siglo XX, yo diría que el martirio. El martirio de los católicos, pero también de los protestantes: en Dachau fue asesinado, Dietrich Bonhoeffer, un pastor protestante y teólogo importante. De los ortodoxos en la Rusia soviética fueron asesinados 250 obispos ortodoxos rusos y en torno a 200.000 clérigos, monjas, monjes de los muchos y grandes monasterios que había en Rusia de los cuales después de la revolución no quedó ninguno abierto. Por lo que allí fue mucho más grave que en España la persecución. Y en Albania mucho más grave también. Entonces el hecho del martirio de los cristianos de todas las confesiones es el hecho más grande y más glorioso porque fueron fieles, fueron fieles a su amor a Jesucristo y a su vocación y no se dejaron obnubilar, fueron fuertes para resistir a las falsas promesas de los ídolos como los cristianos de la época de Roma fueron fuertes para no claudicar entre los ídolos de Roma, ídolos que según la terminología filosófica antigua son dioses políticos hechos por los intereses mundanos y el gran ídolo político del siglo XX se llama progreso. Y por eso es glorioso, porque hubo tres millones por lo menos de cristianos que prefirieron dar su vida a claudicar ante las mentiras del ídolo moderno.

 

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