La Catedral de Ávila acogió en la jornada de ayer domingo la celebración del Jubileo de los Enfermos y del mundo de la sanidad, enmarcado en el Año Santo que vive toda la Iglesia universal. La ceremonia estuvo presidida por el obispo de Ávila, Mons. Jesús Rico García, y contó con una amplísima participación de fieles, entre los que se encontraban enfermos, agentes sanitarios, familiares y voluntarios de la Pastoral de la Salud. Entre ellos, un importante grupo de jóvenes de la Hermandad de la Esperanza, quienes han empezado una colaboración especial con la Pastoral de la Salud de la diócesis en el acompañamiento de nuestros enfermos, de quienes estuvieron muy pendientes ayer durante toda la celebración.
Uno de los momentos más emotivos de la tarde fue la administración del sacramento de la Santa Unción a 40 personas, que lo recibieron de manos del propio obispo, en un gesto de consuelo, fortaleza y comunión con toda la Iglesia. Uno de los primeros en recibir este sacramento fue el obispo emérito de Ávila, Mons. Jesús García Burillo, quien estuvo concelebrando la Eucaristía en el altar.
Durante su homilía, Mons. Rico invitó a todos los presentes a recordar y vivir las palabras de Jesús, en este tiempo pascual que nos prepara ya para la fiesta de la Ascensión. “La vida de Jesús no puede caer en el olvido nunca”, afirmó, subrayando que los cristianos deben ser hoy sus testigos, su voz y su vida en el mundo. En este sentido, recordó que el distintivo del cristiano no es otro que el amor: “El que ama a Jesús hace lo que Él quiere. Y lo primero que Él quiere es que amemos a los demás”.
Refiriéndose directamente a la jornada dedicada a los enfermos, el prelado puso en valor el mensaje del Papa Francisco para esta Pascua del Enfermo, destacando que los lugares del sufrimiento “son a menudo lugares de intercambio y de enriquecimiento mutuo”. “Cuántas veces, estando cerca de quien sufre, se aprende a creer. Cuántas veces se descubre el amor”, proclamó, señalando a todos los presentes como “ángeles de esperanza” en hospitales, hogares, residencias y centros sanitarios.
En uno de los pasajes más destacados de su homilía, el obispo hizo un llamamiento firme contra la exclusión de los más frágiles: “No releguemos al que es frágil, alejándolo de nuestra vida”, advirtió, denunciando una mentalidad actual que tiende a apartar el dolor de nuestros entornos. En contraposición, invitó a ver en el sufrimiento una oportunidad para crecer en comunidad: “Hagamos de ello, como nos dice el Papa Francisco, una ocasión para crecer juntos, para cultivar la esperanza, gracias al amor que Dios nos ha derramado. Un amor que permanece para siempre”.
Mons. Jesús Rico exhortó a los fieles a vivir desde la esperanza, recordando que esta es un don que debe cultivarse también en los momentos de silencio o dificultad. “El desánimo no puede tener la última palabra. La fe en el Señor nos da fuerzas para mirar al futuro con esperanza”, afirmó con fuerza.
En su mensaje, el obispo de Ávila también expresó su agradecimiento a todos los profesionales del ámbito sanitario y voluntarios de la Pastoral de la Salud, destacando que “afrontar juntos los problemas y sufrimientos de los otros nos hace más humanos”. A su vez, animó a la comunidad cristiana a no relegar a los frágiles ni apartar el dolor, sino a hacer de ello una oportunidad para crecer en humanidad y en comunión.
Mons. Rico concluyó sus palabras con una invocación a la paz, tan necesitada en el mundo actual. “La paz os dejo, mi paz os doy”, recordó Mons. Rico citando el Evangelio, y animó a todos a ser transmisores de la paz de Cristo, la que nace del amor a Dios y al prójimo.
La celebración se cerró con la oración del Jubileo 2025, pronunciada por todos los presentes.
Fotos: Gonzalo G. de Vega
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