CATÓLICOS EN ÁVILA – El compromiso de la Iglesia con el mundo rural

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La despoblación: un mal endémico de nuestra tierra

El pasado lunes, 31 de marzo, templos parroquiales como los de Burgohondo y San Pedro del Arroyo se unieron a otros tantos en toda España que hicieron sonar de forma extraordinaria sus campanas a las 12 del mediodía. Era una especie de toque de atención sonoro sobre uno de los problemas que está comenzando a ser endémico en nuestro país y que está afectando sobremanera a nuestras tierras de Castilla y, por tanto, también supone un grave problema de desarrollo para nuestra provincia de Ávila.  La llamada “España Vaciada” es mucho más que una etiqueta, más que una moda mediática. Despoblación, envejecimiento, abandono del mundo rural de forma progresiva … es algo que preocupa y mucho a todas las instituciones. También, especialmente, a la Iglesia, que aún hoy tiene mucho que decir en el acompañamiento de las personas que permanecen en este mundo rural, pero que ve con preocupación cuál puede ser ese futuro.

En el último programa de El Espejo de Ávila tuvimos como invitado al sacerdote Francisco Alberto Jiménez Paz. Él es el consiliario del Movimiento Rural Cristiano. Pero, ante todo, un “cura rural” que conoce de primera mano esta realidad, que, considera, es “el fruto de muchos decenios de olvido, de abandono, de falta de una política pública que favorezca las comarcas rurales de buena parte de España”.

Unas políticas que, a su juicio, “no han hecho posible un desarrollo equilibrado, armónico entre todas las tierras de nuestro país, entre todos los territorios de España.  Ha habido unos especialmente favorecidos y otros bastante olvidados, bastante dejados a su suerte. Y las consecuencias las estamos viendo ahora: cómo esa despoblación está dejando sin habitantes a muchos pueblos o con una población muy envejecida, sin relevo generacional.  Estamos asistiendo a lo que podríamos llamar la muerte de una parte importante del mundo rural y al despoblamiento de una buena parte de nuestro país”.

El problema lo tenemos claro. Pero, ¿qué podríamos hacer para intentar revertir este proceso? Paco Paz habla de trabajo en varios niveles. Por un lado, “lo que es la sociedad civil”. Por otro, “los poderes públicos, las administraciones, quienes tienen la responsabilidad de gobierno”. Y, por otro, y fundamental, “lo que podemos hacer los cristianos, la iglesia”. “Entonces, según cada uno de esos ámbitos, habría que plantearse cuestiones distintas. A nivel de sociedad civil, especialmente en las zonas rurales, yo creo que es muy importante que la gente no se resigne, es importante que la gente se conciencie, se organice, se movilice, reclame que ser menos nos resta derechos, que no se debe dividir a los españoles en ciudadanos de primera, de segunda o de tercera, sino que todos tenemos los mismos derechos, todos tenemos que tener las mismas oportunidades”. 

A nivel de poderes públicos, destaca como algo fundamental “exigirles que cumplan con lo que han prometido, porque todos han hablado de trabajar en contra de la despoblación, para fijar población en los pueblos, en las zonas rurales… Pero no se concreta nada”.

La Iglesia en el mundo rural: una palabra de esperanza

Pero, sin duda, un papel muy significativo es el que tiene la Iglesia en el mundo rural, con una apuesta en firme “por estar al lado de la gente, por estar al lado de los olvidados, de los últimos. Una opción por permanecer, una opción por mantener la atención pastoral más cercana a la gente y más comprometida y de mayor calidad posible en estas circunstancias”. Y, todo ello, teniendo en cuenta que “las comunidades cristianas están muy mermadas, también hay escasez de vocaciones al ministerio ordenado. Es una situación compleja, pero yo creo que ahí sí que hay una apuesta por parte de la Iglesia de permanecer, seguir ofreciendo esa atención pastoral y eso es muy importante, eso es fundamental”.

Sin embargo, a ese compromiso de la Iglesia debe sumarse, a su juicio, “un mayor compromiso de los cristianos, de las comunidades cristianas, de los agentes de pastoral. Un mayor compromiso a favor de este desarrollo del mundo rural, a favor de un mundo rural con derechos, a favor de que no se quiten servicios, a favor de que se favorezca la posibilidad de encontrar vivienda, de encontrar trabajo, porque eso sí que atraería gente a las zonas rurales, sí que ayudaría a fijar población”.

“Yo creo que la Iglesia no debe estar al margen de estas preocupaciones, sino que debe apoyarlas, debe estar al lado de quienes reivindican que estas cosas cambien porque es de justicia”, apostilla Francisco Alberto Jiménez Paz, poniendo de nuevo el foco en esta preocupación de nuestra tierra, que debe ser compartida por todos.

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