Este domingo es especial por varios motivos, pero hay dos que destacan entre todos ellos. En primer lugar, porque celebramos la Jornada de la Sagrada Familia, de la que hablaremos con detalle en esta entrada. En segundo lugar, porque esta tarde a las 18:00 horas celebraremos la apertura del Año Jubilar en nuestra diócesis, con un encuentro que comenzará en la Parroquia del Santísimo Cristo de Santander para continuar con una misa solemne en la catedral y presidida por nuestro Obispo, D. Arturo Ros.
Y por este motivo, el encuentro de celebración de esta Jornada se adelantó a la tarde de este sábado, con una misa en la catedral que sirvió para recordar el ejemplo de la Sagrada Familia, que ante tremendas dificultades salió adelante y fue capaz de perdurar como ejemplo de esperanza, de fe ciega y de amor incondicional. El lema escogido para esta jornada es precisamente «Familia, fuente de Esperanza».
La Delegación diocesana de Familia y Vida, con sus delegados Justo Inguanzo y Mª Cruz Lorenzo a la cabeza, organizó una entrañable celebración que dio paso a homenajes a los matrimonios que cumplían sus bodas de plata o de oro, y en el que se realizó un homenaje especial al matrimonio formado por Jesús y Marisa, históricos delegados de Familia y Vida y que cumplen ya 60 años casados. Ambos dedicaron unas palabras a los asistentes, a través de las que destacaron la importancia del diálogo, además de exponer su recorrido vital en su relación con la Iglesia y con la diócesis.
En su homilía, D. Arturo destacó la importancia del amor, del ejemplo y de la unión, además de hacer una interpelación directa a los matrimonios y a las familias a permanecer unidos y a seguir siendo ejemplo de ese amor. Ciertamente, el hombre no está hecho para estar solo y, en este sentido, la familia representa una red de apoyo, de amor y de unión perfecta en este cambio de época, tal y como indica el Papa Francisco. Un cambio de época y de paradigma vital que puede llegar a afectar a las personas y que solo la familia, el diálogo y el amor, son capaces de mitigar.
Y esta esperanza de la que hablamos va a ser protagonista en el año que estamos a punto de estrenar, ya que es el hilo conductor del Año Jubilar, que esta tarde inauguramos en nuestra diócesis y que nos conducirá, hasta el 6 de enero de 2026, por la senda de la esperanza, del amor y del perdón. Y el Monasterio de Santo Toribio de Liébana será una de las sedes del Jubileo Universal. Un lugar al que peregrinar, una puerta que cruzar, pero ante todo, un punto de referencia de fe, de hacer una peregrinación no solo física, sino sobre todo espiritual, salir de nuestra comodidad, de nuestro entorno para ser capaces de convertir aquello que nos atormenta en esperanza y para ser conscientes de que Él siempre está a nuestro lado, deseando lo mejor para nosotros.
Pongamos, pues, esperanza a este punto de partida y concentrémonos en vivir la vida con arreglo a nuestra fe y nuestras creencias, pero, ante todo, en coherencia con nuestros principios y con la seguridad de que somos parte de algo grande, de que la Iglesia somos todos y de que construimos el Reino con cada paso que damos.
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