CATÓLICOS EN CANTABRIA – Celebración de la Pasión del Señor: Amor incondicional y un legado eterno

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La celebración de la Pasión del Señor este Viernes Santo en la SIB Catedral de Santander atrajo a cientos de fieles de toda la diócesis para asistir a una de las celebraciones más solemnes del calendario litúrgico. Este día conmemora la crucifixión y muerte de Jesucristo en el Calvario, acto central de nuestra fe, donde se reconoce el sacrificio supremo de Cristo por la redención de la humanidad. Pueden volver a vivir la celebración en el siguiente enlace:

A diferencia de otras celebraciones litúrgicas, en Viernes Santo no se celebra la Eucaristía. En su lugar, la liturgia se compone de tres partes: la liturgia de la Palabra, la adoración de la cruz y la comunión con el pan consagrado el Jueves Santo. El ambiente es de recogimiento, silencio y contemplación. La lectura de la Pasión según San Juan (Jn 18,1 – 19,42) recuerda con intensidad los últimos momentos de Jesús, su sufrimiento físico y espiritual, y su entrega total por amor.

En su homilía, D. Arturo reflexionó sobre el dolor experimentado por Jesús en estos últimos momentos de su vida terrenal. «No podemos dejar de mirar el dolor de Jesús porque nuestro aliento y nuestro apoyo se hace imprescindible, no podemos resistirnos a que nuestro corazón y nuestra alma estén junto a Él», afirmó. Asimismo, resaltó que «la cruz no es un fracaso, no es el final. Adoramos la cruz que es la misericordia, el lugar de la entrega absoluta, del perdón. Adoramos la cruz abrazándonos al madero con la esperanza de que esto no puede terminar así porque la cruz no es el final».

Sobre esas palabras de Jesús en la cruz, «perdónales, Padre, no saben lo que hacen», nuestro obispo las adaptó a nuestra vida diciendo: «Perdónanos, Señor, no sabemos lo que hacemos». Finalizó diciendo que «nuestra oración de esta tarde, no queda vacía, porque mantendremos viva la esperanza; seguimos expectantes ante lo que el Señor nos quiere regalar».

Durante la adoración de la cruz, los fieles se acercaron en actitud de veneración, recordando que ese instrumento de tortura se ha convertido en símbolo de esperanza y vida eterna. La sobriedad del templo, sin flores ni música festiva, subraya la tristeza del día, pero también su profundo significado espiritual.

La gran importancia del Viernes Santo radica en que invita a la reflexión sobre el misterio del dolor, el perdón y la salvación. Es un día para acompañar a Cristo en su pasión, para interiorizar el valor del sacrificio y renovar el compromiso con una vida guiada por el amor, la compasión y la fe.

 

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