CATÓLICOS EN CANTABRIA – San José, patrono de la Iglesia y ejemplo de humildad, justicia y fe

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Celebramos este miércoles la solemnidad de San José, una de las figuras más relevantes y, al tiempo, más humildes en la tradición cristiana. Aunque su presencia en los Evangelios no es tan destacada como la de otros personajes, su papel como esposo de la Virgen María y padre adoptivo de Jesús lo convierte en una figura central en la historia de la salvación. En este contexto, San José no solo es reconocido como el protector de la Sagrada Familia, sino también como patrón de la Iglesia Universal, un título que refleja su vocación a velar por el bienestar de todos los cristianos y por el crecimiento espiritual de la Iglesia.

La figura de San José se caracteriza por su discreción, obediencia y entrega incondicional. Los Evangelios de Mateo y Lucas nos presentan a José como un hombre justo. Su carácter noble y su respeto por la voluntad divina se reflejan en la decisión de aceptar la misión que Dios le encomienda: ser el guardián de la Virgen María y el padre adoptivo de Jesús.

La paternidad de San José es profunda y ejemplar. Él asume su rol de padre con devoción, enseñando a Jesús en su niñez, protegiéndolo de los peligros y guiándolo en su crecimiento humano y espiritual. De hecho, la paternidad de San José es una paternidad de servicio, que no busca protagonismo, sino cumplir la voluntad de Dios con humildad. A lo largo de su vida, San José actúa con una fe inquebrantable, dispuesto a seguir las indicaciones divinas, como cuando recibe en sueños la orden de huir a Egipto para salvar al Niño de Herodes, o cuando regresa con la familia a Nazaret, cumpliendo siempre con su misión.

Es en este contexto de paternidad donde San José se convierte en un modelo para todos los padres y madres. Su dedicación a su familia y su capacidad para poner los intereses del Niño Jesús y de María por encima de los suyos propios nos invitan a vivir en humildad y servicio. Como patrón de los trabajadores, San José también enseña a valorar el trabajo diario y a reconocer que la dignidad del ser humano se encuentra en su labor cotidiana, sin importar su estatus o reconocimiento público.

Por otro lado, la importancia de la Sagrada Familia no solo radica en ser el núcleo donde creció Jesús, sino en el ejemplo de vida cristiana que representa. La Sagrada Familia está compuesta por tres figuras fundamentales: Jesús, María y José. Esta familia se muestra como un modelo de unidad, amor y colaboración, donde cada miembro cumple con su rol de manera perfecta, sin egoísmos ni disputas. En este hogar, Jesús recibe el cuidado y la educación necesarios para desarrollar su misión divina en el mundo. María, como madre, guía y protege a su hijo, mientras que José le da un entorno de estabilidad y amor.

La Sagrada Familia también simboliza la importancia de la vida familiar en la construcción de la fe. En el hogar, se cultivan los valores fundamentales que permiten a los individuos crecer en amor, respeto y generosidad. La familia, por tanto, no es solo un lugar físico, sino un espacio espiritual donde se transmite la fe, donde se cultivan las virtudes cristianas y donde se aprende a amar a Dios y al prójimo.

San José, como parte de la Sagrada Familia, nos recuerda que la verdadera santidad no se encuentra en la fama ni en el reconocimiento, sino en la humildad del servicio cotidiano, en la dedicación al bienestar de los demás y en la obediencia a la voluntad de Dios. En su rol como patrón de la Iglesia Universal, San José también nos invita a vivir la fe de manera activa y comprometida, protegiendo y guiando a la Iglesia como él protegió y guio a la Sagrada Familia.

Vivamos esta jornada de celebración con alegría e ilusión y sigamos el ejemplo de San José. Que su figura nos inspire a vivir nuestra fe de manera auténtica y generosa.

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