Vivimos en un mundo donde la incertidumbre parece estar en todas partes: el futuro, las relaciones, el trabajo, incluso nuestra fe a veces tambalea. Pero en este Año Jubilar de la Esperanza, la Iglesia nos recuerda algo fundamental: Dios nunca nos abandona.
La esperanza cristiana no es solo un «ojalá todo salga bien», sino una certeza real de que Dios tiene un plan para nosotros, incluso cuando las cosas parecen ir mal. Es fácil desanimarse con todo lo que pasa en el mundo, pero este Jubileo es una invitación a mirar más allá, a confiar en que hay algo más grande en marcha, aunque no siempre lo entendamos.
Es un tiempo para dejar atrás lo que nos pesa, para volver a Dios sin miedo ni culpa. Nos da la oportunidad de empezar de nuevo, de buscar el perdón, de renovar nuestra relación con Él y con los demás. También nos llama a ser esperanza para otros: en nuestras familias, con nuestros amigos, en nuestra comunidad. No se trata solo de sentirnos bien espiritualmente, sino de vivir esa esperanza en lo concreto, ayudando a quienes lo necesitan, mostrando amor incluso en lo pequeño.
Así que, en este Jubileo, hagamos el intento de confiar más, de rezar con el corazón y de ser testigos de que, a pesar de todo, el amor de Dios sigue siendo más fuerte que cualquier dificultad. Porque con Él, siempre hay un nuevo comienzo.
Cristina García
@cristinagaarcia_
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