El hambre de las multitudes, saciadas por el milagro de Jesús, es signo del hambre de salvación presente en el corazón de cada persona: Al salvar a las multitudes del hambre, Jesús anuncia que salvará a todos de la muerte. Este es el misterio de la fe, que celebramos en el sacramento de la Eucaristía.
Así como el hambre es señal de nuestra radical indigencia vital, así también el partir el pan es signo del don divino de la salvación”. Y “nuestra naturaleza hambrienta lleva la marca de una indigencia que es saciada por la gracia de la Eucaristía” (Leon XIV).
La contemplación del Misterio eucarístico en las calles de nuestras ciudades. El mundo tiene hambre de esa presencia.
Cristo en nuestras calles. Un recorrido por 70 lugares en este Corpus 2025: Roma, Madrid, Londres, Chiclayo, Pamplona, Los Ángeles, Edimburgo… Podrían ser otros cientos, miles más. Un botón de muestra de la fe de la Iglesia y del pueblo.
Un gran trabajo de D. Óscar Maixe
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