Con motivo de la reapertura de Notre Dame de París, Antonin, maestro cantero, relata lo que ha significado para él trabajar en esta obra única.
En una entrevista explica que, como cantero especializado en monumentos históricos, trabaja principalmente en la restauración de piedras antiguas. Su misión consistía en reconstruir completamente dos pináculos de ocho metros de altura situados a ambos lados del pequeño rosetón, que está arriba del principal.
Para él, trabajar en una catedral tan emblemática era un sueño. «Mi emoción al trabajar en este lugar fue aún mayor porque, cuando llegué a la obra, solo llevaba seis meses bautizado. Desde que comencé a trabajar en Notre-Dame, me sentí conmovido. Me impresionó la enorme estatua de Cristo, bendiciendo la ciudad con sus manos heridas por los estigmas, que domina el frontón sur y bajo la cual trabajaba. Realmente estaba ayudando a reconstruir un edificio para Dios y a los pies de Dios.»
Recuerda: «cuando esperábamos que las grúas nos dejaran una nueva piedra, a veces sacaba mi rosario. Después de todo, ¡trabajábamos para Nuestra Señora!»
«Mi conversión tuvo un impacto enorme en mi trabajo. Cada mañana rezo a san José, el patrón de los artesanos. Si no lo hago, siento que mi trabajo se resiente. La fe también influye en mi manera de relacionarme con mis colegas, a quienes les digo que soy católico y con quienes trato de compartir mi alegría. Les explico que saber que no estoy solo frente a la adversidad, sino que Alguien que siempre está a mi lado me está apoyando, me ayuda a seguir adelante.»
Fuente: Opus Dei
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