Entrevistado por Pilar García, el obispo de Getafe ha confesado que la Navidad «es una de las que más me gusta. Es verdad que es una fiesta muy bonita, que tiene una preparación también preciosa, que es el tiempo de Adviento, y llegamos a esta fecha tan entrañable para todos».
«La Navidad es de las fechas, junto con la Semana Santa, que para mí tiene un sentido más profundo, y que verdaderamente yo la disfruto cada año en los distintos lugares donde voy a lo largo de toda la Navidad. Por ejemplo, tradicionalmente también, voy la noche de Navidad al albergue de transeúntes de Aranjuez, y después celebro la Misa del Gallo en la Catedral, como lo hago también el día de Navidad».
«Siempre son días, –ha continuado– para visitar residencias de ancianos, para visitar parroquias, para celebrar la fiesta de la Sagrada Familia con las familias de la diócesis».
Dejar a un lado las rencillas
García Beltrán ha sugerido la posibilidad de aumentar los «buenos sentimientos» que se tienen estos días. «Dejar a un lado las rencillas… ojalá que estos buenos deseos de diálogo, de encuentro, no solo sean unos cuantos días de Navidad en los que hacemos un descanso, sino que lo vayamos haciendo algo habitual, cotidiano: poder hablar, no gritarnos, poder compartir lo que nos une más que lo que nos divide, poder dialogar, poder encontrarnos y, sobre todo, tener proyectos que todos podamos asumir porque es por el bien de todos».
Hay mucha gente necesitada, no solo en la pobreza material, que también, sino de vivir la paz del corazón y esto tenemos que propiciarlo todos, absolutamente todos en la sociedad».
Preguntado sobre la denuncia de varios supuestos casos de abuso, García Beltrán ha respondido que «en algunos casos, la investigación está derivada por la Santa Sede en la Rota Romana de Madrid y ellos llevan la investigación. Hay otros casos que han salido en la prensa que estaban ya solucionados hace mucho tiempo, incluso por Roma. Por tanto, ya nada que decir de esos casos. No obstante, la diócesis tiene una preocupación grande ante estos casos y nosotros intentamos estar cerca y acompañar a las víctimas».
«Toda persona –ha continuado– tiene derecho a denunciar un supuesto abuso, como también hay que presumir la inocencia de aquel que es acusado, porque si no estaríamos saltándonos la Justicia y, por tanto, el Estado de Derecho también. Ante estos casos siempre hay un gran dolor por parte de la Iglesia, de cualquiera que los puede sufrir. Dejemos a la justicia que haga su trabajo y que investigue».
«La experiencia del diálogo, de la charla con una víctima, es un momento especialmente duro, porque ves el dolor que puede crear esto», ha añadido.
Balance del Jubileo: 3.000 jóvenes con el Papa
Uno de los puntos importantes de la entrevista ha sido el relativo al Jubileo de la Esperanza que será clausurado en la diócesis el próximo 28 de diciembre a las 12:30 horas en la Catedral de Getafe.
«Espero que la esperanza no se apague, sino que la tengamos muy en el corazón. Y en torno al Jubileo ha habido distintos grupos de la diócesis, tanto parroquias como asociaciones, como también los jubileos en Roma específicos de familia, de sacerdotes, de seminaristas, de catequistas… que han sido un momento importante, sobre todo el momento del Jubileo de los Jóvenes en el que la diócesis de Getafe movilizó a 3.000 jóvenes que fueron a Roma en el mes de agosto a encontrarse con el Papa».
«En los dos templos jubilares de nuestra diócesis, tanto en la Catedral como en el Cerro de los Ángeles, han sido miles las personas, que han ido a ganar el Jubileo. Es decir, ha sido un año muy movido».
El fenómeno de los bautizos de adultos
Uno de los temas de las últimas semanas en grandes medios de comunicación ha sido el «boom espiritual» sobre todo entre los jóvenes. Preguntado sobre este asunto y el crecimiento de los bautizos de adultos, ha manifestado que «no realmente no sé qué alcance tiene ese giro católico, pero moviéndote en la realidad, es verdad que hay un arco de jóvenes que podíamos llamar de 18 a 25 años con respecto a la generación inmediatamente superior, de 25 a 35, donde hay una sensibilidad religiosa mucho mayor. Y es curioso, y lo digo muy en positivo, una sensibilidad que en un momento fue más por la estética de lo litúrgico, pero que la nueva generación no sólo conjuga lo litúrgico, lo estético, sino también lo social».
«Hay mucha gente que en verano va a hacer una experiencia de inserción en situaciones de misión, bien sea en el tercer mundo o aquí en España. Y después este fenómeno que es llamativo y que en nuestra diócesis es cada día más creciente, que son las conversiones de adultos. De adultos que están en torno a los 20, 35, 40 años. En concreto este año, en la próxima Pascua, vamos a bautizar a 56 adultos», ha contado.
«Esto es un número que casi duplica el de años anteriores, y ahora ha empezado el Catecumenado de adultos durante dos y tres años un número parecido».
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