Hoy quería empezar con esta gran pregunta ¿Qué harías tú si un desalmado fuera a destruir una joya escultórica? ¿Qué harías tú si vieras cómo un desdichado fuera y se subiera al mármol de la Piedad de Miguel Ángel y empezara con un martillo a golpearla?
Lo lógico sería detener a ese desgraciado.
Pues hay quien golpea a la joya más preciada de la creación, el hombre, aquel que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y nadie detiene los golpes.
El mal quiere destruir no solo al hombre, sino su belleza y es el hombre quien puede y debe parar esos golpes destructivos.
¿Cómo? Con la abundancia de bien.
El mal se combate con mucho más bien ya que, como dijo Aristóteles, el bien es difusivo; es decir, cuanto más bien hagamos, más bien generamos.
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