Hola, soy Sofía, tengo 15 años y soy de Herencia. Nací en el seno de una familia católica pero poco practicante, me enseñaron oraciones como el Padre Nuestro, el Ave María y el Jesusito de mi vida, aparte de ir algún domingo a misa.
A raíz de que Dios pusiera distintos ángeles y lugares de apariciones en nuestro camino como Garabandal, Lourdes o Fátima, afianzamos nuestra fe como cristianos, pero yo me separé del camino.
Un día mi hermano llegó a casa diciendo que se iba a apuntar a un retiro llamado Bartimeo porque Don Alberto lo dijo en clase, se animó, y fue con dos amigos suyos. Tiempo después mi madre hizo Emaús, desde ese momento cada vez que salía el tema, no me libraba, yo tenía que ir a caminar. Entre mi familia y que una hora a la semana tenía clase con Don Alberto, y me decía: “Tú tienes que hacer Bartimeo como tu hermano” “Te voy a apuntar a Bartimeo”.
Me empezó a generar una gran curiosidad, ¿Por qué la gente sale tan feliz de allí? ¿Qué se hace allí? ¿Por qué no se puede contar? Ya que nadie me podía resolver esas dudas, tuve que resolverlas yo misma, después de mucha insistencia, lo consiguieron.
Yo no quería ir sola, pero si nadie se apuntaba conmigo… Yo no iba a perder la oportunidad. Por suerte, Carlota se animó, ella dice que era por fomo (miedo a perderse algo) yo pienso que era porque Dios así lo planeo.
¡Y llegó el día! He de decir que el primer día apenas caló en mí, en vez de llorar reí, a mí no me preocupó mucho porque mis servidores (que hicieron una gran labor) me explicaron que no todo tenía que calar en todos y que no me preocupara porque más adelante lo entendería. Pero como dicen, quien ríe en viernes llora en domingo, y así fue. Domingo y sábado lloré y lloré, sobre todo el sábado por la mañana, ese día me toco tan fuerte el corazón que fue como si Dios me agarrara para nunca soltarme.
A su vez, también entendí que soy una persona muy afortunada, porque, aunque yo lleve mis cruces, siempre hay gente que las lleva mucho más grandes y pesadas y apenas se nota porque tienen presente a Dios en su vida y cuando ellos solos no pueden, Jesús se convierte en Simón de Cirene, y les ayuda a cargar con ella.
No puedo contar mucho más porque como ya sabéis… ¡Lo que pasa en Bartimeo se queda en Bartimeo! Y ahora lo entiendo todo, es prácticamente imposible describirlo con palabras, por eso ahora te toca a ti vivir esta experiencia, para sentirte acogido y arropado por Dios, la Virgen, y muy importante, aunque la gente lo olvide, el Espíritu Santo
Yo nunca sentí miedo porque sabía que, desde el primer momento, todas esas personas iban a ser mi nueva familia, y yo, simplemente, tenía que confiar en ellos como confiaba en Dios y todo iba a salir bien.
Solo me queda decir que, aunque cuando llegué a casa me dio el bajón emocional y me sentí vacía, gracias a mi hermano, entendí que después de todo lo ocurrido este fin de semana, ahora yo era la que tenía que seguir a Jesús poco a poco, no dejar nunca de hablar con Él y rezar en cualquier momento del día y poco a poco quedaría tan unida a Él como me sentí en esos días.
Gracias a las personas que tanto me han insistido, por hacerme vivir esta experiencia, a todos los servidores por hacer posible la realización de este retiro y a mis servidores Eduardo y Marta porque he aprendido mucho de ellos, y han sido nuevos ángeles puestos por Dios en mi nuevo camino
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