CATÓLICOS EN MADRID – Una vida al “estilo de Dios”Claudia Enríquez

Comparte

En más de una ocasión el Papa Francisco en sus catequesis ha remarcado que Dios tiene un estilo particular. Este modo de ser de Dios está caracterizado por “la cercanía, la compasión y la ternura”. Ahora bien, cada uno de nosotros podría preguntarse en qué medida nuestra forma de ser refleja ese rostro amoroso de Dios a los demás. Pensar si realmente se cumple en nosotros este llamado a darlo a conocer a través de nuestro testimonio de vida.

1-Cercanía: ser puentes y no muros

En el día a día se nos presentarán muchas ocasiones en las que tendremos que discernir lo que Dios nos pide. Ser instrumentos de su gracia nos va a significar convertirnos en puentes para que las personas puedan acercarse a Él. La bondad que se manifieste en nuestras acciones facilitándole la vida a quienes nos necesitan hablará por sí sola de nuestra cercanía con un Dios que nos enseña a ser compañeros de camino como Él lo es con cada uno de nosotros.

Ojalá que cada vez que alguien nos encuentre tenga esa vivencia de cercanía, de interés genuino y de fraternidad. Qué hermosa es la sensación de compartir o encontrarnos con personas que saben acortar las distancias y hacernos sentir como en casa, en familia.

Seamos capaces de derribar con auténtico amor los muros que levanta el egoísmo y la indiferencia, el prejuicio y el rechazo. Solo así seremos a imagen y semejanza de un Dios que ama a todos sin olvidar a nadie.

2-Compasión: ser capaces de conectarnos de corazón

Si bien hay muchas maneras de conectarnos, pareciera faltar la conexión desde el corazón. La vorágine de nuestros días pareciera envolvernos en una conexión superficial que conoce sobre todo lo que pasa a su alrededor pero que no se involucra profundamente con nada. Una indiferencia solapada nos envuelve y nos confunde.

Necesitamos aprender a conectarnos genuinamente, abrazar la vida con todo lo que somos e involucrarnos de manera creativa para compadecernos de verdad. Aprender a sufrir, a padecer con el otro, a ponernos en el lugar del que sufre, es de alguna manera, una forma de hacernos cargo.
Conectarnos con el corazón nos interpela otro tipo de responsabilidad, nos lleva a estar bien despiertos y atentos para identificar quienes nos necesitan y cómo podemos ayudar.

3-Ternura: aprender a amar con delicadeza

La ternura, sin dudas, es el lenguaje del amor de Dios. Si cada uno de nosotros presta atención a cómo Dios lo ha ido acompañando en la vida y cómo lo hace en el día a día se dará cuenta de que nuestra vida está repleta de detalles de amor. Sólo Él nos puede ayudar en este camino de ser caricias de Dios para los demás.

Hay cientos de gestos que Dios tiene con cada uno de nosotros que podemos replicar con los demás: la escucha, la paciencia, la compañía, la solidaridad, el respeto, el perdón, entre otros.

De esta manera, al “estilo de Dios” podremos llegar al corazón de nuestros hermanos y hermanas y transformar nuestro propio corazón para que cada vez seamos más humanos, más cercanos, más compasivos y más tiernos.

Allí está el desafío de nuestro apostolado en el día a día, amar sin medidas en todo lo que hagamos a todos.

 

La entrada Una vida al “estilo de Dios”<br/><span class=”autorcontitulo”>Claudia Enríquez</span> se publicó primero en Jóvenes Católicos.

————————————————————————————————————————————————————————————

El anterior contenido fue publicado en:

Leer más