¡Jesús ha resucitado! y su victoria sobre la muerte transforma la vida de quienes se encuentran con Él. A través del desconcierto de los discípulos y la fuerza del testimonio pascual, el sacerdote Mariano Montero nos interpela: ¿vivimos hoy como personas marcadas por la esperanza del Resucitado?
Hoy es Domingo de Resurrección. Las lecturas bíblicas de la misa, así como las de la Vigilia Pascual, nos hablan de la gran novedad: ¡Jesús ha resucitado! Dios Padre ha dicho la última palabra, que es una Palabra de amor y vida. Todo ha cambiado. El estrés y el hundimiento de los discípulos en los últimos días ha desaparecido. La tormenta ha dejado paso a la calma, y corre veloz la noticia de que el Crucificado ha Resucitado. (¡Y sigue siendo la gran noticia de todos los tiempos!… ¿Lo es hoy para mí?)
Lo cierto es que, aunque María Magdalena y las mujeres contaron que estaba Vivo, los discípulos no acaban de creerlo y Pedro y Juan corren al sepulcro para comprobarlo en persona. Corren al sepulcro, porque desean que sea así, pero no acaban de creer… (¿A nosotros no nos pasa eso, verdad?)
Lo que han vivido en tan solo una semana es tan desconcertante, doloroso y rompedor… ¡El Maestro fue torturado, crucificado y muerto! La prepotencia de Herodes, la hostilidad de Caifás y la indiferencia de Pilato se mostraron como una losa imbatible que se impone. Y, además, estaba el drama de la incoherencia del pueblo y la suya propia: el Maestro fue traicionado, abandonado y negado por sus propios discípulos. ¡Qué dolor, Dios mío!… Por eso algunos se cuestionan: ¿creer que Jesús ha resucitado no será una fantasía compensatoria, un analgésico para el sinsentido y la confusión, una negación de la realidad, la proyección de un deseo de paz imposible?… (¿Qué es para mí creer que Jesús ha Resucitado?)
El Evangelio y los Hechos de los apóstoles muestran que ¡verdaderamente Cristo ha Resucitado!. Porque, a partir del sepulcro vacío y los testimonios de las apariciones, es evidente que el encuentro personal con el Crucificado-Resucitado les cambió la vida a todos los que le lloraron entonces. Como veremos en la Cincuentena Pascual, encontrarse con Él y reconocerlo Vivo es un proceso largo para cada discípulo, pero el resultado será un cambio profundo y definitivo en su manera de vivir la fe, la esperanza y el amor. Su conversión será radical en sus modos de vida, sus criterios de decisión y su valor para enfrentar las cruces de la vida. (¡Realmente asombroso!… ¿Qué será lo que nos falta a nosotros para vivir una experiencia tan clara y decidida?)
A partir de entonces, la ESPERANZA fundada en Jesús será el sello distintivo de los cristianos en medio del mundo, pase lo que pase. “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?”... ¿Las amenazas múltiples de nuestro aquí-y-ahora, la guerra comercial mundial apenas empezada, el acoso arancelario del socio que se transformó en señor feudal, la volatilidad de los mercados y la incertidumbre generadora de pánico, el miedo a perder nuestra sociedad del bienestar?… ¡Nada ni nadie nos separará del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, el Crucificado-Resucitado! Créelo: aunque las noticias nos dicen cada día que vivimos “amenazados de muerte”, Jesús nos revela que vivimos “amenazados de Resurrección”. (Nuestra vida será más profunda y fecunda si nos dejamos encontrar por Él en este Tiempo de Pascua que viene, cada vez más convencidos de que ser cristianos es vivir -por Cristo, con Él y en Él– “amenazados de Resurrección, aquí y ahora”).
Mariano Montero, sacerdote Adsis, párroco de Santa Marta de Tormes
La entrada Amenazados de Resurrección, aquí y ahora se publicó primero en Diócesis de Salamanca.
————————————————————————————————————————————————————————————
El anterior contenido fue publicado en: