El obispo, Mons. José Luis Retana, presidió en la capilla del Monasterio de Santa María de la Vega una eucaristía en la que expresó la alegría de la diócesis por la llegada de la nueva comunidad y les confió la oración por los sacerdotes y las vocaciones, en continuidad con la misión que durante 75 años distinguió a las Oblatas de Cristo Sacerdote
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El pasado 12 de septiembre, coincidiendo con la fiesta del Dulce Nombre de María, la Diócesis de Salamanca celebró la llegada de la comunidad de las Siervas del Hogar de la Madre, que se ha establecido en el Monasterio de Santa María de la Vega que durante más de siete décadas fue residencia de las Oblatas de Cristo Sacerdote.
Ese día el obispo diocesano, Mons. José Luis Retana, mantuvo un encuentro con las hermanas y el fundador del Hogar de la Madre, el sacerdote Rafael Alonso Reymundo, en el que conoció personalmente a las seis religiosas que integran la comunidad de Salamanca y escuchar los proyectos que desean emprender en la diócesis.
Mons. José Luis Retana y el P. Rafael Alonso mantuvieron un encuentro distendido con las religiosas que integran la comunidad de Salamanca
“Una gracia para Salamanca”
Después, en la capilla del monasterio, el obispo presidió una eucaristía de acción de gracias, concelebrada por el P. Rafael, presbíteros trinitarios y diocesanos. A la celebración se unieron hermanas del procedentes de otras comunidades de España, así como fieles de varias parroquias salmantinas, jóvenes universitarios, amigos y familiares, que quisieron acompañar y dar la bienvenida a las religiosas.
En su homilía, Mons. José Luis Retana expresó la alegría de la diócesis por la llegada de las Siervas: “Vuestra presencia y trabajo serán una gracia para la ciudad de Salamanca y para nuestra diócesis, que nos llena de alegría”. Y animó a las religiosas a colaborar en la evangelización de los jóvenes: “Vais a servir a un campo tan vasto aquí en nuestra ciudad y tan importante y tan difícil, por otra parte, como es la vida de los jóvenes. Pero nosotros sabemos que cuando a los jóvenes les presentas un ideal grande, pues evidentemente los cautiva”.
Una petición: “Orar por la santificación de los sacerdotes”
El obispo pidió a las Siervas del Hogar de la Madre que, junto a su propio carisma, mantengan viva la oración por las vocaciones sacerdotales, prolongando así la misión que durante décadas llevaron adelante las Oblatas de Cristo Sacerdote. “Además de la defensa de la Eucaristía que está en vuestro ADN, la defensa de la virginidad de la Madre y la conquista de los jóvenes para Jesucristo, que es propio de vuestro carisma, os ruego que oréis por la santificación de sacerdotes y seminaristas, y por las vocaciones al sacerdocio”, señaló.
Mons. José Luis Retana hizo referencia a la situación actual del Seminario diocesano, al señalar que “llevamos seis años sin entrar jóvenes en el Seminario y tenemos tan solo un seminarista”. Y anunció, con esperanza, que “tres jóvenes de la diócesis iniciarán este año la experiencia del Propedéutico”, un tiempo de discernimiento de su vocación sacerdotal en el Teologado de Ávila en Salamanca.
El prelado concluyó su homilía encomendando la misión de las Siervas del Hogar de la Madre a la Virgen: “El obispo os bendice y os encomienda a María para que aliente vuestra tarea y sepáis llevar a los jóvenes a Jesús, que es lo que más necesita su corazón, aunque muchas veces ellos no lo sepan”.
Antes de finalizar la eucaristía, tomó la palabra el fundador del Hogar de la Madre, el sacerdote toledano Rafael Alonso Reymundo, quien agradeció la acogida recibida y recordó su vínculo con Salamanca, donde estudió Humanidades y Filosofía en la Universidad. El P. Rafael destacó que las hermanas llegan con total disponibilidad para servir a la diócesis e hizo un guiño a la asamblea al señalar que la superiora de esta nueva fundación, la Hermana Paquita, es salmantina: “de la parroquia de Jesús Obrero, en el barrio de Pizarrales, aprovechadla bien”.
Rafael Alonso Reymundo, fundador del Hogar de la Madre
En su intervención, el fundador animó a todos a vivir confiados en Dios: “No tengáis miedo a decirle que sí. Para hacer la voluntad del Señor no hay que tener miedo” y a darle gracias “por todo lo que nos da. Tenemos que estar unidos e ir a donde Él nos quiere”. Finalmente, recordó que la misión de todo bautizado es ir siempre de la mano de Dios: “Somos la punta de lanza; Él viene detrás de nosotros, nos empuja, nos sostiene, con palabras de sabiduría en nuestra boca para que podamos llegar al corazón de los que nos escuchen”. Recordó que “la Madre nos ama a todos” y pidió que “el Señor nos dé ese corazón abierto al amor materno”.
“Queremos aportar la presencia de Dios”
La comunidad de Siervas del Hogar de la Madre de Salamanca se ha erigido con seis hermanas, bajo la guía de la hermana Paquita, que hace unos meses regresó a España tras su misión en Ecuador. Sobre su vuelta a su ciudad natal, asegura que la vive “con mucha naturalidad porque es lo que Dios quiere. Cuando el Señor te manda a un lugar, sabes que esa es su voluntad y lo vives con alegría, porque eso es lo que Dios quiere ahora”.
Su llegada al Monasterio de Santa María ha traído una nueva forma de vida consagrada respecto a la comunidad que la habitó anteriormente. “Las Oblatas de Cristo Sacerdote eran religiosas de clausura y nosotras somos de vida activa”, explica la Hna. Paquita. Tras la marcha de las Oblatas, a finales del mes de junio, las Siervas del Hogar de la Madre se dedicaron a acondicionar el monasterio y a integrarse en la vida del barrio.
Muy pronto comenzaron a hacerse presentes en la comunidad diocesana. En julio, durante la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, en la parroquia de Jesús Obrero, participaron en la eucaristía y la procesión, donde portaron la imagen de la Virgen y, al finalizar, entonaron un canto mariano. Su juventud y entusiasmo despertaron no dejaron indiferente a nadie despertando la simpatía de los fieles.
La hermana Paquita explica cómo la gente está recibiéndolas con cariño pero también con curiosidad: “Vamos conociendo a la gente. Nos paran muchísimo porque no están tan acostumbrados a ver religiosas con el hábito por las calles. Nos paran, nos preguntan”. De este modo, van realizando “un “apostolado de conversación, de ir hablando con la gente y dándoles a conocer quiénes somos y, sobre todo, invitándoles a pasar”, afirma.
Las puertas de la iglesia del monasterio permanecen abiertas todo el tiempo que pueden, especialmente por las mañanas, “comienzan a pasar ya los estudiantes de la universidad”, explica la hermana Paquita. Confiesa alegre que “mucha gente entra a rezar, es una preciosidad”.
Sobre el futuro de la comunidad en Salamanca señala que todavía no han concretado en qué acciones pastorales colaborarán con la diócesis, pero asegura que su intención “es aportar la presencia del Señor y de nuestra Madre a través de nuestro testimonio de vida religiosa” y fomentar su misión en la ciudad: “el amor a la Eucaristía, el amor a la Virgen y el apostolado prioritario con los jóvenes”. En ese sentido adelanta que organizarán Horas santas, peregrinaciones, actividades pastorales con jóvenes,… para que estos “a través de María y a través de la Eucaristía, encuentren el sentido de sus vidas”.
Junto a los jóvenes y la Universidad
El Hogar de la Madre de Salamanca se encuentra en pleno campus universitario Miguel de Unamuno, algo que la hermana Paquita considera “más que una casualidad, yo imagino que son los planes de Dios”.
Además, la hermana Paquita recuerda que fueron las propias Oblatas quienes alentaron su llegada: “Conocían la comunidad y nuestra labor con jóvenes. Entonces quisieron que este lugar estuviera ocupado por vida consagrada, que trabajara con los jóvenes”, explica. “Ellas veían que es un lugar privilegiado al estar al lado del campus, y deseaban nuestra presencia aquí para que también pudiéramos hacer esa labor de acercar a los jóvenes al Señor”.
El Hogar de la Madre en el mundo
Las Siervas del Hogar de la Madre están presentes en seis países (España, Italia, Ecuador, EE.UU., Irlanda y República Checa) y en España cuentan con diez comunidades. La primera casa se abrió en Zurita de Piélagos (Cantabria), donde se encuentra el noviciado y desarrollan un amplio apostolado en los medios de comunicación a través de la Fundación E.U.K. Mamie. El resto de comunidades se encuentran en Belmonte (Cuenca), Alcalá de Guadaira (Sevilla), Arroyomolinos y Alcalá de Henares en Madrid, Valencia, Avilés (Asturias), Cizur Menor (Navarra) y Huelva, con distintas labores pastorales, sociales y educativas, y la de Salamanca, la última comunidad abierta en nuestro país.
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