Mons. José Luis Retana propone al patrón de Salamanca como ejemplo actual de oración, justicia y reconciliación en medio de una sociedad con guerras internacionales, luchas entre partidos políticos o violencia doméstica
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL
San Juan de Sahagún sigue hablando al corazón de Salamanca cinco siglos después de su fallecimiento. Su ejemplo de reconciliación, oración y defensa de la justicia volvió a resonar con fuerza este 12 de junio en la Catedral Nueva, donde el obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, animó a todos a convertirse “en personas constructoras de paz, cuyo amor nos urja a cambiar todas las situaciones indignas del hombre, por el que Jesucristo ha entregado su vida”.
La eucaristía, presidida por el obispo, y concelebrada por sacerdotes, contó con la presencia de miembros de la vida consagrada, autoridades civiles, militares, académicas y culturales, entre ellos el alcalde de la ciudad, Carlos García Carbayo, y la corporación municipal. Una imagen de San Juan de Sahagún se situó junto al altar durante toda la celebración, evocando su presencia y legado.
En su homilía, Mons. Retana ha propuesto la figura del santo como modelo de “vida entregada al amor de Dios y al servicio del prójimo”, y ha destacado cómo su acción pacificadora, profundamente enraizada en la oración y en la celebración diaria de la eucaristía, sigue siendo un referente actual. “La fuente de su amor fue su intensa vida de fe, sostenida por la adoración al Santísimo y su fidelidad al sacramento del altar”, subrayó el obispo.
La responsabilidad de la política
La celebración ha sido también un momento para reflexionar sobre la responsabilidad de los creyentes —y especialmente de quienes ostentan cargos públicos— en la construcción del bien común. En palabras del obispo, “hacer buena política es una bella e importante responsabilidad que puede construir la paz y fomentar la convivencia desde ópticas legítimamente diferentes”. Mons. Retana agradeció expresamente el trabajo de los responsables públicos presentes, “por el esfuerzo que hacen desde las diferentes sensibilidades para construir una Salamanca unida y afrontar juntos los desafíos compartidos”.
El pastor diocesano ha recordado también la dimensión comunitaria de la eucaristía como sacramento de reconciliación, y ha llamado a los presentes a ser “constructores de paz”, inspirándose en el ejemplo de San Juan de Sahagún, quien logró calmar tensiones sociales y políticas en una Salamanca dividida.
Asimismo, citó al papa León XIV, tras su mensaje a los representantes de los medios de comunicación, recordando lo que Jesús proclamó en el “Sermón de la montaña”: “Felices los que trabajan por la paz” (Mt 5,9). El obispo cree que se trata de una bienaventuranza que nos desafía a todos y que nos toca de cerca, “llamado a cada uno a comprometerse en la realización de un tipo de comunicación diferente, que no busca el consenso a cualquier coste, no se reviste de palabras agresivas, no asume el modelo de competición, no separa nunca la investigación de la verdad del amor.
La paz comienza en nosotros
Al respecto, señaló que la paz comienza por cada uno de nosotros, “por el modo en el que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental; debemos decir ‘no’ a la guerra de las palabras y de las imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra”.
“La eucaristía —dijo— es sacramento de comunión entre hermanos que aceptan reconciliarse en Cristo. Sólo esta constante tensión hacia la reconciliación permite comulgar dignamente con el Cuerpo y la Sangre de Cristo”. Mons. José Luis Retana concluyó señalando que las divisiones que pacificó San Juan de Sahagún en su tiempo siguen presentes hoy: “Las guerras internacionales, las luchas entre los partidos políticos, las divisiones entre las religiones o el disenso en nuestra Iglesia, la violencia doméstica… están presentes en la sociedad actual”.
Durante la celebración, se elevaron diversas intenciones en la oración de los fieles, entre ellas, una del obispo, donde daba gracias al Señor, “por todos los que tenéis una responsabilidad, por vuestro trabajo en el bien de la sociedad salmantina, por el bien de todo el mundo, las asociaciones, por todos los que podemos tener alguna influencia para que sigamos luchando por la concordia, por la paz, por el perdón entre todos”.
Tras la bendición final, y antes de abandonar el altar mayor, se cantó el himno a San Juan de Sahagún junto a su urna. El coro Francisco de Salinas fue el encargado del acompañamiento musical en toda la celebración.
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