En su comentario al evangelio de este tercer domingo de Pascua, el religioso José Miguel Izquierdo reflexiona sobre la aparición de Jesús resucitado y nos recuerda que también hoy somos llamados a seguirle y ser testigos de su amor
Hoy, el Evangelio nos muestra una nueva aparición de Jesús a sus discípulos después de resucitar. El evangelista San Juan compone la escena como si fuese un cuadro o un primer plano de una película. Pedro se va a pescar, y los demás le acompañan. Es como si hubiese un antes y un después de la Resurrección. En el antes, eran pescadores, y Jesús les invitó a seguirle. En el después, vuelven a su trabajo, a la pesca, como si ya no hubiese que seguir a Jesús de ningún modo.
La muerte de Jesús probablemente significó, para muchos discípulos, que todo aquello que habían vivido con Él, se había acabado. Sin embargo, la escena del Evangelio nos habla de continuidad, de seguimiento, de seguir anunciando la Buena Noticia y construir el Reino de Dios.
Estando con Jesús, Pedro y los apóstoles fueron testigos del primer milagro de la pesca milagrosa; nos lo narra el evangelista San Lucas. Hoy, de nuevo, resucitado Jesús, acontece por segunda vez este milagro, significando esa continuidad de los efectos de la Buena Noticia. Por eso, de nuevo, con el fuego encendido en la orilla, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado; símbolo, todo ello, del compartir como ocurrió en la Última Cena. Y, por último, Jesús pone de manifiesto de nuevo el seguimiento como condición del testigo del Reino de Dios en el interrogatorio con Pedro, un seguimiento que surge siempre del amor.
La invitación al “sígueme”, nos la hace hoy también Jesús a todos nosotros. Nosotros somos hoy los testigos de la Resurrección, y nosotros tenemos que seguir obrando el milagro de la pesca milagrosa, compartiendo la vida, siguiendo a Jesús y pasando por la vida haciendo el bien como Él.
¡Feliz domingo!
José Miguel Izquierdo, religioso de los Reparadores, párroco de Nuestra Señora de los Dolores
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