En su comentario al evangelio del Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario, José Luis Miguel, scj ofrece una reflexión sobre la gratitud como respuesta de fe. A partir del relato de los diez leprosos, invita a reconocer los dones recibidos y a cultivar un corazón agradecido, capaz de salir de sí mismo para encontrarse con Jesús
El evangelio de este domingo nos muestra un contexto y nos describe una situación muy común en el marco de la vida pública de Jesús. Por un lado aparecen unos leprosos que nos ponen en situación: son personas que necesitan algo de Jesús saben que puede curarles y así se lo piden. Y, por otro lado, aparece la respuesta de Jesús, o lo que Jesús hace o dice.
La diferencia de esta escena del evangelio con otras parecidas es que, ante la necesidad, aparecen dos respuestas: la de Jesús y la de uno de los leprosos. La respuesta de Jesús es que cumplan con lo establecido en la ley: “Id y presentaros a los sacerdotes”. La respuesta del leproso que vuelve es “gracias.” Es un samaritano: no puede presentarse a los sacerdotes como los otros nueve, pero se presenta ante Jesús para darle las gracias. Esta persona es capaz de ver más allá de sí mismo y no contentarse sólo con verse curado, es capaz de agradecer. Los otros nueve leprosos se contentan con estar curados: Jesús ha cumplido, piensan que ha hecho por ellos lo que tiene que hacer, se sienten ya satisfechos y no ven la necesidad de ser agradecidos. No son capaces de sacar nada de sí mismos.
El leproso que da las gracias abre su vida y su corazón a Jesús; sale de sí mismo, se desprende de lo único que tiene en ese momento y puede dar: las gracias. La gratitud es una virtud humana y evangélica que nos hace mejores, no tanto por ser más corteses o educados, que también, sino porque nos hace salir de nosotros mismos y nos enseña a valorar lo que los otros hacen por mí. A fin de cuentas, nos necesitamos unos a otros. Tratemos de ser agradecidos en la vida. Nuestros refranes dicen que “es de bien nacidos”.
Para las comunidades cristianas que este domingo celebren la Virgen del Pilar, aprendamos de María: ella nos anima en nuestro caminar. Seguro que también Santiago se sintió reconfortado cuando ella le animó desde aquel pilar a seguir adelante anunciando el Evangelio y, seguramente, también le dio las gracias a María.
Feliz domingo.
José Luis Miguel, religioso de los Reparadores, párroco de Ntra. Sra. de los Dolores en el barrio de San José.
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