CATÓLICOS EN SALAMANCA – “La Semana de Pastoral quiere ser un soplo que caliente el corazón de la Iglesia de Salamanca”

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El vicario de pastoral, Andrés González Buenadicha, invita a toda la comunidad diocesana a participar en los encuentros de oración, reflexión y fraternidad de esta XVII edición, que culminará con el envío misionero este domingo, 28 de septiembre, en la Catedral Vieja

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

 ¿Qué significa para la diócesis esta Semana de Pastoral?

Yo creo que esta Semana de Pastoral, en el fondo, lo que quiere ser es un volver a encontrarnos después del verano y tomar el pulso al nuevo curso pastoral. Reunirnos como comunidad en torno a nuestro obispo, para fortalecer la comunión como pueblo de Dios. Al final, también, la Semana de Pastoral quiere ser ese soplo espiritual, pastoral y teológico que caliente el corazón de cada uno de los que formamos esta Iglesia de Salamanca.

¿Cuáles van a ser los momentos más destacados del programa de este año?

Todo es importante, porque está tejido con diferentes hilos y ninguno puede faltar en este paño que es la Semana de Pastoral. Cada día tenemos la ocasión de participar en diferentes actividades, celebraciones o conferencias, que forman un conjunto. Yo no sabría decir qué es lo más importante: todo tiene un sentido, puede poner luz en el corazón y en la inteligencia, y ayudarnos a comenzar este curso.

El lema de esta edición es: “Id y haced discípulos a todos los pueblos”. ¿Cómo podemos vivirlo en la sociedad de hoy?

Este lema está pensado desde una mirada de Pueblo de Dios. Necesitamos redescubrir nuestra vocación bautismal, la llamada que Dios nos ha hecho desde el Bautismo, y tener experiencia de ese amor incondicional e infinito, para luego ser testigos de eso que hemos visto y experimentado en una sociedad fragmentada, líquida, pero donde también hay mucha necesidad de Dios.

No solamente los sacerdotes, también los laicos y la vida consagrada: todos juntos necesitamos ser testigos de tanta belleza, de tanto amor experimentado. Porque al final lo que contemplamos y experimentamos es lo que entregamos a los demás, y para nosotros el mejor tesoro es Jesús. El papa León tiene una expresión preciosa, la hora del amor, que a mí me cautiva y entusiasma. Necesitamos descubrirlo, ponernos el mono de trabajo y ofrecer a manos llenas tanto amor como el Señor ha vertido en nuestro corazón.

¿Qué significa para ti el envío misionero que el obispo hará al final de la Semana de Pastoral en la Catedral Vieja?

¡Qué broche tan bonito terminar en la Catedral Vieja con nuestro obispo y ser enviados por él! En el fondo, es ser enviados por el mismo Señor resucitado, que sopla su Espíritu sobre cada uno de nosotros. Alentados por ese Espíritu, somos enviados a las parroquias, a los arciprestazgos, a las delegaciones, a las cofradías, a los colegios… para ofrecer eso que Él nos ha dado. Es una manera muy bonita de terminar esta Semana de Pastoral en torno a nuestro obispo, padre y pastor de la diócesis.

Hablas de llevar la fe a cada ámbito: parroquias, comunidades… ¿Cómo podemos ser testigos de nuestra fe?

No podemos renunciar a tener espacios de encuentro con Jesús resucitado. Es muy difícil dar a los demás lo que antes no hemos recibido. Necesitamos cultivar esos espacios de encuentro, no solo personales sino comunitarios: la oración, la lectura de la Palabra, la Eucaristía, la adoración eucarística. Que la parroquia y otras realidades sean espacios seguros, donde cualquiera pueda encontrarse con Jesús y llenar el cántaro de su corazón de su amor y misericordia. Eso te revoluciona por dentro y te lleva a contarlo a otros. El papa Francisco lo recordaba en Evangelii Gaudium: cuando uno experimenta el amor de Dios, siente la necesidad de contárselo a otros, y eso genera una alegría especial que irradia hacia afuera. Además, nuestras comunidades deben estar abiertas a los más pobres y vulnerables, porque hoy la humanidad está amenazada por muchas intemperies, no solo materiales. Ahí jugamos un papel muy importante como Iglesia.

Esta nueva edición Semana de Pastoral coincide con el Jubileo de la Esperanza y la fase de aplicación del Sínodo. ¿Cómo influye esto en la diócesis?

La Semana de Pastoral no cae como un meteorito, sino que llega en un momento eclesial concreto. Estamos en la tercera y última fase del Sínodo, la de la implementación en cada diócesis, y en los últimos meses del Jubileo de la Esperanza. En relación con el Sínodo, necesitamos ir dando pasos de conversión de relaciones, caminar juntos como pueblo de Dios: sacerdotes, laicos, vida consagrada. Debemos dar más responsabilidad y participación a los laicos, sabiendo que todos somos parte de un mismo cuerpo, aunque cada uno con una misión específica. Y, en cuanto al Jubileo, es una ocasión preciosa para redescubrir que nuestra esperanza es Jesús y que necesitamos ser signos de esperanza en el mundo. No podemos dejar que nos roben la esperanza.

La diócesis se prepara para vivir la XVII Semana de Pastoral: un tiempo para redescubrir la vocación bautismal

Seis caminos para la fraternidad en la XVII Semana de Pastoral

 

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