CATÓLICOS EN SALAMANCA – Lo que nos deja Francisco: Voces de la Iglesia de Salamanca recuerdan su huella y enseñanzas

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Tras el fallecimiento del papa Francisco, vicarios y delegados diocesanos recuerdan la figura, el legado espiritual y pastoral de un pontífice, que ha marcado una época con su cercanía, su apuesta por la misericordia y su llamada a una Iglesia en salida, más humana, abierta y comprometida

 

El pontificado de Francisco ha significado para mí, como creyente comprometida en la misión social de la Iglesia, muchas cosas que resumiría:

1º) El convencimiento de que el amor es el lenguaje que más nos une.

2º) La llamada constante a ponerme delante de las personas rotas por múltiples factores, para abrir con ellas caminos de recuperación, dignificación y esperanza.

3º) En relación al esfuerzo de Cáritas por realizar acciones significativas, el papa Francisco siempre nos ha invitado a “entregar la propia vida” ya que la caridad no trata de gestos que buscan salir del paso “sino de ofrecer a las personas una puerta abierta hacia una vida nueva. “El Señor nos propone ser fermento de un reino de justicia, de amor y de paz”.

Siempre me ha interrogado profundamente una frase que él repetía mucho: “el único momento en que es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudarla a levantarse”.

 

Conocía las dificultades de los jóvenes, a los que siempre alentaba. Repetía que la juventud es un don, una oportunidad que hay que aprovechar para encontrar el propio camino en la vida. Señalaba que los jóvenes son el «ahora de Dios» y que Cristo, «la más hermosa juventud», caminaba con ellos. A la comunidad universitaria siempre le recordaba sur responsabilidad con el desarrollo humano integral. Decía que la universidad debe ser un «laboratorio» en el que se experimente y viva un mundo mejor.

 

El magisterio del papa Francisco ha supuesto una nueva visión de la familia, que él defendió como el “corazón de la Iglesia y la sociedad”. Nos hizo un grandísimo regalo a todos con Amoris Laetitia; en esta exhortación apostólica el papa nos invita a mirar el matrimonio no desde las normas, sino desde la belleza del amor cotidiano, lleno de vitalidad, paciencia, perdón y entrega.

Fotos: Vatican News

Su pontificado ha abierto caminos de acompañamiento, integración y esperanza para la todas las familias, especialmente para las que atraviesan dificultades.

Desde la Delegación diocesana de Familia y Vida de Salamanca acogemos esta llamada a ser Iglesia doméstica en salida, cercana y compasiva con cada hogar. Francisco nos ha impulsado a anunciar con alegría la buena noticia del amor conyugal, y por ello, la pastoral familiar debe convertirse en un espacio de ternura, verdad, misericordia. ¡Gracias, Francisco!

 

El papa Francisco nos ha dejado un legado que estamos llamados a descubrir, meditar, disfrutar y, sobre todo, poner en práctica.

Respecto a los seminarios y los seminaristas, insistía en la necesidad de una formación integral: espiritual, centrada en la oración y la relación con Dios; intelectual, rigurosa y profunda en teología y doctrina; y pastoral, que permita desarrollar habilidades para servir a los demás desde la espiritualidad de la misericordia. Además, exhortaba a que los seminaristas deben ser preparados para ser pastores cercanos al pueblo, capaces de vivir y servir “a pie de calle”, humildad y dedicación.

El papa Francisco junto a seminaristas de Toledo. Foto: Vatican News

La sinodalidad, la colaboración, el discernimiento y el acompañamiento espiritual han sido también acentos muy propios de este papa, fundamentales para el crecimiento vocacional.

Como él mismo dijo, el Seminario debe ser, como la casa de Nazaret, donde el Hijo de Dios aprendió de sus padres la humanidad y la cercanía.  Y para los seminaristas que se prepararan para transmitir a Jesús a los demás, el método más pedagógico, será imitarlo a Él, pues es el mejor pedagogo: paciente, severo, dulce o firme según necesitemos en nuestro discernimiento, porque nos conoce mejor que nosotros mismos y nos espera, nos anima y nos sostiene en nuestro camino…

El objetivo: formar sacerdotes auténticos, comprometidos y eficaces, que sirvan a la Iglesia y a una sociedad cambiante con pasión y dedicación. El mejor ejemplo de todo esto ha sido el papa Francisco.

 

Foto: Shutterstock

Son numerosas las enseñanzas que nos ha dejado el papa Francisco, siempre desde una llamada a vivir la esencia del evangelio y a centrar nuestra fe en la figura de Jesucristo, su vida y sus enseñanzas.

Personalmente, lo que más me ha marcado es su continua llamada a agradecer la misericordia del Señor, que nos lleva reconocer su amor y a sentir la necesidad de llevar esta noticia al hombre de hoy, compartiendo el Evangelio con alegría y entusiasmo.

 

Foto: Vatican News

El papa Francisco nos recuerda en la Evangelii Gaudium lo que tiene que ser siempre primero y principal en el anuncio de la buena noticia. Nos dirá: Hemos descubierto… que el primer anuncio o kerigma… es el primero en un sentido cuantitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar (Eg 164).

Este anuncio se resume en una idea: el amor de Dios nos “primerea”. Dios siempre nos ama primero y nos invita a responderle como verdaderos discípulos-misioneros. En virtud del bautismo todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús (EG 120). Ser evangelizadores en el Espíritu desde la alegría, la cercanía, el diálogo, sin imposiciones, incluyendo la dimensión social de la evangelización y mostrando, en todo, la misericordia de Dios.

 

Francisco ha sido un huracán en lo que se refiere a poner a la Iglesia en órbita sinodal. Todos los sínodos convocados han mostrado su intención de querer escuchar y eso, en sí mismo, es otra manera de trabajar. Francisco creía en una Iglesia donde todos nos sintiéramos uno, sin mejores ni peores, y donde todas las vocaciones aportaran desde su especificidad, pero unidas en el Bautismo. Fue “machacón” en lo que se refiere al veneno del clericalismo. Todos, especialmente el laicado, debemos coger su guante y seguir ahondando en ese legado de comunión, sinodalidad, apertura y también, por qué no, atrevimiento.

 

Si hay algo que resume al papa Francisco son dos palabras: la sencillez y la cercanía.

Con su encíclica Laudato Si’ ya me llamó la atención: recordar que todos tenemos una casa común y debemos cuidarla. Aunque, al elegir el nombre de Francisco, ya era una declaración de intenciones.

Pero lo que más me ha impactado de su pontificado fue durante la pandemia: verle en la plaza de San Pedro, la soledad que reflejaba, pero a la vez la esperanza que nos trasmitía, ya que nos mostraba que el Padre no nos abandona nunca, que siempre se hace cercano, como el buen samaritano. Gracias por recordarnos qué es la Iglesia.

 

En lo referido al trabajo mayoritario que realizamos los Tribunales Eclesiásticos, el papa Francisco nos deja como legado, entre otras, una importante actualización de la normativa relacionada con los procesos de nulidades matrimoniales.

Foto: Shutterstock

Mediante la carta apostólica en forma de “motu proprio”, Mitis Iudex Dominus Iesus, publicada el día 15 de agosto de 2015, el papa reformó gran parte de la normativa de los procesos de nulidad de matrimonio pensando, principalmente, en el bien de los fieles y –como dice el mismo papa en el documento- tratando de favorecer “no la nulidad de los matrimonios, sino la celeridad de los procesos y, no en menor medida, una adecuada simplificación, de modo que, a causa de un retraso en la definición del juicio, el corazón de los fieles que esperan la clarificación del propio estado no quede largamente oprimido por las tinieblas de la duda”.

A la vuelta de diez años, la reforma se ha demostrado muy útil para ayudar a los fieles cristianos que, tras sufrir situaciones de ruptura matrimonial, han podido clarificar su estado y, en muchos casos, serenar su conciencia.

Desde hace mucho tiempo es muy necesaria la formación en los fundamentos, que es la liturgia. Por eso, este documento deberíamos leerlo todos.

 

Desde Manos Unidas, con dolor por la pérdida del papa Francisco y a la vez con alegría, sabiendo que goza ya de la paz eterna, agradecemos su vida y su pontificado, su ejemplo de humildad, cercanía y autenticidad y su opción por los pobres, los que sufren la cultura del descarte, invitándonos a la solidaridad, a la compasión y a la justicia, llenándonos de esperanza. Un ejemplo a seguir.

 

Desde la liturgia, el papa Francisco ha compaginado muy bien cuestiones que, aparentemente, no tienen nada que ver: un estilo alegre, desenfadado y cuidadoso con los pobres, los desfavorecidos del mundo, con un aspecto que parece que podría parecer distante de ello, que es la celebración de la liturgia. Esta puede parecer una cuestión meramente formal, pero es ahí donde se juega la fe, la caridad y la fraternidad en la Iglesia.

Foto: Vatican News

Esto lo demuestra con claridad en un documento que me ha gustado mucho: la carta apostólica Desiderio desideravi. Así como otros papas habían escrito sobre aspectos concretos de la liturgia, como la eucaristía o sobre la Constitución Sacrosanctum concilium en sus aniversarios, como hizo el papa Juan Pablo II, Francisco se centra en la formación. No trata ningún aspecto concreto de la liturgia, sino la formación litúrgica en general, que es muy necesaria.

Desde hace mucho tiempo es muy necesaria la formación en los fundamentos, que es la liturgia. Por eso, este documento deberíamos leerlo todos.

 

 

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