La Parroquia del Sagrario, de Sevilla, ha acogido la mañana del sábado 21 de diciembre, la ordenación de tres nuevos diáconos permanentes, de manos del arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Nicolás Durán, José Manuel Marín y Juan Antonio Ceballos han recibido el orden del diaconado tras seis años de preparación. Con ellos, la Archidiócesis de Sevilla cuenta con más de cincuenta diáconos permanentes ya ordenados y nueve aspirantes al diaconado.
El pasado 25 de noviembre, los tres diáconos permanentes fueron admitidos a órdenes, en una ceremonia presidida por monseñor Ramón Valdivia, obispo auxiliar de Sevilla, en la Parroquia de Santa Ana.
«Seréis en la Iglesia y en el mundo signo e instrumento de Cristo»
En su homilía, monseñor Saiz Meneses les recordó la misión a la que está llamado el diácono permanente: Anunciar la Palabra, a proclamarla, y a instruir y exhortar al pueblo fiel. Acogerla como lo que es, palabra viva y eficaz, dejando que empape vuestro corazón y que transforme vuestra vida». Asimismo, les reiteró que el centro de su espiritualidad ha de ser el servicio: «Vuestra santidad consistirá en haceros servidores generosos y fieles de Dios y de los hombres, especialmente de los más pobres y de los que sufren».
«En la plegaria de ordenación pediré al Señor que os conceda todas las virtudes evangélicas- añadió el arzobispo de Sevilla- un amor sincero, celo por los pobres y enfermos, pureza de vida, autoridad humilde, perseverancia firme e imitación de Cristo».
Asimismo, recordó a los nuevos diáconos su deber de hacer de su vida familiar luz y testimonio en medio del mundo. «Hoy recibís un nuevo don, un nuevo carisma para el servicio a la Iglesia. Que el Señor os conceda llevar a término su obra en vosotros».
El diácono permanente es un hombre cristiano, casado, que por el sacramento del orden queda constituido en servidor de la Iglesia y de los hombres, sus hermanos. Es un hombre que trata de ser, por esta ordenación diaconal, un signo vivo y testimonio de Cristo Servidor.
Para ser diácono permanente hay que cumplir una serie de requisitos: ser un hombre casado, entre los 35 y 56 años de edad, y con cinco años al menos de matrimonio estable. Puede ejercer cualquier actividad laboral o profesional y, como norma general, tener garantizado un sostén vital digno para él y su familia. Igualmente ha de haber dado testimonio cristiano evidente en su vida familiar y educación de los hijos, en su vida laboral, social y eclesial.
Noticia relacionada: El obispo auxiliar monseñor Valdivia preside la admisión a órdenes de tres candidatos al diaconado permanente (25/11/2024)
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