La Catedral Primada acogía, este 8 de diciembre, la solemne Misa con motivo de la fiesta de la Inmaculada, que fue presidida por el arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro Chaves. Junto a él concelebraba el obispo auxiliar y secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Francisco-César García Magán; también Mons. Salvatore Penacchio, Presdiente de la Pontifica Academia Eclesiástica, institución de la Santa Sede encargada de formar a los diplomáticos que trabajarán en las Nunciaturas y en la Secretaría de Estado.
Igualmente participaban Mons. Gabriel Viola, prefecto de estudios de la mencionada institución vaticana; los 31 sacerdotes que se preparan académicamente en la Academia Pontificia, además de los miembros del Cabildo Primado y los formadores de los seminarios diocesanos, junto a los seminaristas.
Palabras del arcángel Gabriel a la Virgen María
Don Francisco Cerro glosaba el Evangelio de la Misa presentando las “palabras que dice el ángel Gabriel a María, con las tentaciones sufridas por los primeros padres, Adán y Eva”. Primeramente el prelado explicaba que la primera tentación era “presentar a un Dios malo, sin entrañas de misericordia (…) mientras que lo presenta el ángel a María es una llamada a la alegría“. Abundaba, en este sentido, recordando que “María, con su sí, nunca falsificó el amor; eso significa ser concebida sin pecado”.
El Arzobispo de Toledo exhortaba indicando que “María cree en el Dios de la verdad y esa es la grandeza de la Inmaculada, que se fía de Dios“. De ahí que “María cree en el Dios de lo imposible (…) ella es virgen antes, durante y después del parto, como dice preciosamente el prefacio: Purísima tenía que ser“.
“María, en esta mañana, nos repite, una y otra vez, el gozo y la alegría de ser de Dios (…) Ella es la incondicional, la madre que siempre está a nuestra disposición; ella es la alegría de mis alegrías, eso de la Inmaculada”. Así concluía Mons. Cerro su homilía en la solemnidad del 8 de diciembre.
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