Este miércoles, 15 de octubre, tenía lugar, en la sede de la Delegación episcopal de Misiones de Oviedo, la presentación de la campaña del Domund 2025 en nuestra diócesis. En el acto participaban el Delegado episcopal de Misiones, el sacerdote Pedro Tardón, y dos religiosas Misioneras de San Pedro Claver, la hna. Puspa Oram, natural de la India, y hna. Ruth Bwaru, de Kenia (África).
En su intervención, Pedro Tardón destacó que actualmente hay 102 misioneros asturianos anunciando el Evangelio en 35 países del mundo, fundamentalmente en el continente Americano seguido de África y de Asia. Agradeció especialmente la generosidad de los asturianos, que mantienen sus aportaciones para los países de misión. España es el segundo país que más dinero recauda en esta campaña del Domund, solo después de Estados Unidos. El año pasado fueron casi 13 millones de euros los conseguidos en nuestro país, de los cuales, cerca de 370.000 se recaudaron en Asturias. Esto es gracias a la labor de las parroquias, con sus colectas, pero también de los colegios, las herencias, los particulares y las comunidades religiosas, entre otros.
A continuación, las dos jóvenes religiosas compartieron brevemente su testimonio de fe y de misión, ya que ambas proceden de lugares donde la fe es perseguida y donde la pobreza dificulta enormemente el desarrollo integral de las personas. Ambas pertenecen a la congregación Misioneras de San Pedro Claver, fundadas por la beata María Teresa Ledóchowska en 1894. Están presentes en los cinco continentes y las religiosas que estos días han visitado la diócesis y que han recorrido colegios y parroquias aportando su testimonio, viven actualmente en Madrid, donde trabajan precisamente en la animación misionera.
De izquierda a derecha: Pedro Tardón, Ruth Bwaru y Puspa Oram
La hermana Ruth supo desde pequeña que quería ser religiosa. Su familia es católica, su padre era catequista y ella tiene un tío sacerdote. Ya desde niña acudía a un grupo vocacional en su parroquia, pero desconocía a qué tipo de institución podía pertenecer. Cuando pasó a la escuela Secundaria, su familia la llevó a vivir a la capital, Nairobi, con su hermano mayor, que era militar. Allí acudía al colegio y a una parroquia donde el propio párroco era también militar. Allí fue donde conoció a las religiosas Misioneras de San Pedro Claver, que casualmente se encontraban un domingo en el que se celebraba el Domund. Al finalizar sus estudios, decidió incorporarse a la comunidad de Uganda, donde comenzó su formación en el año 2013.
La historia de la hermana Puspa es muy distinta. Su familia era hinduista -proceden de la zona de Odisha– pero, cuando ella tenía 8 años, sus padres y sus hermanos se convirtieron al cristianismo. «Allí es muy difícil vivir tu fe como cristiano, porque estamos perseguidos», reconoce ella. Tal fue así, que sus propios abuelos, con quienes vivían, les echaron de casa. Se quedaron en la calle, sin medios de subsistencia, sin un techo, sin nada. Encontraron trabajo en el campo, y su vida durante muchos años se redujo a trabajar de sol a sol para poder tener algo de comida. Para sus padres fue un gran esfuerzo que sus hijos pudieran ir al colegio, pero lo consiguieron. Un día, un grupo de Misioneras de San Pedro Claver llegaron a su pueblo y les ofrecieron alojarse en su convento para que pudieran estudiar. «Yo no tenía ninguna idea de quiénes eran las hermanas, qué hacían las religiosas, ni nada absolutamente, pero pensé que podía ser buena idea ir», reconoce. Allí comenzó a estudiar en la Universidad y fue cuando sintió la vocación a la vida religiosa. Le atrajo especialmente la posibilidad de poder ayudar a las personas en su país, un lugar «muy pobre -explica ella misma–, donde los niños no van a la escuela y las mujeres carecen de lo más fundamental», explicaba. «Ver a los misioneros, sacerdotes, religiosas, trabajando y ayudando a todas estas personas, me da mucha fuerza y me hace feliz», explicaba.
«Pero no es necesario estar allí para apoyar a la misión», decía la hna. Puspa. «Nosotros ahora estamos en Oviedo dando nuestro testimonio para el Domund, y creemos que, allí donde estemos, podemos ayudar con nuestra oración, podemos mover el mundo con nuestra fe», recordaba.
En su intervención recordaron especialmente a aquellos misioneros que trabajan en lugares donde los cristianos están perseguidos, como les sucede a estas religiosas en las comunidades que tienen en Nigeria, donde cuentan con una casa en la capital y otra en zona rural. «En algunos lugares de África la Iglesia está perseguida de una manera horrible. En Nigeria, pero también en el sur del Sudán. Las persecuciones vienen con el grupo Boko Haram, musulmanes, que han logrado que el cristianismo esté casi desaparecido aquellas zonas. Las hermanas que están allí intentan dar esperanza a las personas» reconocía la hna. Ruth.
Otra de las labores más importantes que realizan estas religiosas en los países en los que están presentes es el apoyo a la mujer. Tanto en la India como en África crean grupos en los que les enseñan a coser y a crear pequeños negocios con los que poder tener un sustento para su familia. «En nuestro pueblo –explica la hna. Puspa–, tenemos un grupo de mujeres a las que damos formación para enseñarles a coser. Allí el trabajo que habitualmente tienen es en el campo y tan solo durante dos o tres meses al año. Para que puedan sacar un dinero el resto del tiempo, les enseñamos a coser y después les regalamos la máquina para que puedan trabajar por su cuenta. A veces es un problema porque los hinduistas consideran que, al ser nosotros religiosas católicas, lo que queremos es convertirlas al cristianismo y amenazan a las mujeres para que no vengan con nosotros, por lo que procuramos ser muy discretas para que ellas no sufran las consecuencias y puedan seguir trabajando y saliendo adelante».
«En África la situación de la mujer es muy dolorosa» explica la hna. Ruth. «Si la mamá no está feliz, toda la familia está triste. Nuestra fundadora quería luchar por la dignidad de la mujer y por eso nosotros ponemos en marcha diferentes iniciativas para apoyarla, porque las mujeres en África están abandonadas, no se hace justicia con ellas y son ellas las que, en muchas ocasiones, sufren porque tienen que mantener solas a toda la familia. El marido difícilmente toma la responsabilidad y es frecuente que la abandone y se vaya con otra. Por eso, la congregación tiene actividades como enseñar a trabajar en el campo, proyectos de enseñar a coser o también con la leche porque con una vaca una mujer puede tener leche y vender el excedente para mantener a la familia».
«Todos los bautizados somos misioneros», recuerdan las hermanas ante el Domund de este año. «No tenemos la excusa de que no podemos ayudar porque estamos lejos de los países de misión», recuerdan porque «podemos ayudar desde donde estamos, económicamente, rezando y también en nuestro día a día, construyendo puentes donde hay divisiones, sembrando paz donde hay conflictos y transmitir alegría donde reina la tristeza».
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