Emilia Herrero, responsable del programa de drogodependencias de Cáritas Diocesana de Ávila, intervino en la rueda de prensa de presentación de la memoria anual 2024 para advertir sobre la evolución preocupante del consumo de sustancias y el auge de las adicciones comportamentales, especialmente entre los más jóvenes.
Herrero destacó que el programa de drogodependencias trabaja en dos niveles: asistencial y preventivo. Ambos están concertados con la Junta de Castilla y León y constituyen servicios de referencia para la atención de adicciones en la provincia. “Son los recursos que nuestra autonomía tiene en Ávila para abordar estas problemáticas, tanto desde el tratamiento como desde la prevención”, señaló.
Aunque el tratamiento sigue siendo una parte esencial del programa, la responsable quiso centrar su intervención en la labor preventiva, que calificó como “fundamental para promover salud, fortalecer vínculos y fomentar relaciones sanas entre los jóvenes”.
La prevención, clave para evitar el sufrimiento
Desde el equipo multidisciplinar que integra este servicio, se trabaja con el objetivo de anticiparse a los trastornos por consumo de sustancias, promoviendo estilos de vida saludables y reforzando la autoestima. “Cuando una persona ya sufre un trastorno, estamos hablando de una enfermedad. Por eso intentamos llegar antes, para evitar ese sufrimiento”, explicó.
Herrero subrayó la importancia de entender la prevención no como una señal de alarma, sino como un acto de cuidado anticipado: “Prevenir no significa que haya un problema. Significa que queremos evitarlo”.
Además, insistió en que invertir en prevención ahorra costes no solo humanos —que son los más importantes—, sino también en recursos educativos, sanitarios y sociales. “Muchas veces no vemos sus efectos porque no tiene una visibilidad inmediata como una enfermedad, pero sus beneficios son reales y medibles a largo plazo”, afirmó.
Nuevas tecnologías: un foco creciente de preocupación
Uno de los aspectos más novedosos del programa durante 2024 ha sido la ampliación de la prevención a las adicciones sin sustancia, con especial atención al uso problemático de las tecnologías. “Estamos viendo un aumento en los casos de jóvenes con una relación conflictiva con las pantallas, sobre todo con el móvil, los videojuegos violentos o de terror, y el uso excesivo de redes”, detalló.
El programa ha identificado dos franjas de edad como especialmente vulnerables: de 12 a 13 años y de 17 a 18. “Los primeros nos parecen muy pequeños, pero están accediendo a dispositivos desde los 6 o 7 años. A los 12, muchos ya han desarrollado un uso problemático”.
Este fenómeno plantea nuevos retos para las familias, que se enfrentan a dificultades para establecer límites claros y a una evolución tecnológica que ha ido mucho más rápido que la capacidad educativa para gestionarla. “Estamos viendo cómo se rompen canales de comunicación dentro del hogar, y cómo los chavales se socializan más a través del teléfono que del patio o la calle”, lamentó Herrero.
Ampliación del servicio y llamamiento a la sociedad
Una de las principales novedades de este año ha sido la apertura de un nuevo punto de atención en Arenas de San Pedro. Aunque la demanda no ha sido tan alta como se esperaba, desde Cáritas lo interpretan como un indicio de que aún hay cierta resistencia social a abordar la prevención de adicciones con naturalidad.
“Todavía no está interiorizada la importancia de prevenir. A veces se percibe como estigmatizante hablar con los jóvenes sobre estos temas, cuando en realidad es una forma de cuidado”, señaló Herrero.
La intervención concluyó con una llamada a la acción: “La prevención es una inversión en salud, bienestar y libertad. Prevenir no es alarmar, es cuidar con anticipación. Os invitamos a sumaros a esta labor preventiva. Mientras haya personas, hay esperanza”.
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