La catequesis, tan presente en la vida de parroquias y familias, no puede reducirse a una actividad puntual ni a una mera preparación para recibir sacramentos. Así lo subraya en una entrevista Abilio Blázquez de Francisco, vicario general de la diócesis de Ávila y delegado episcopal para la enseñanza y la catequesis, quien insiste en que “la finalidad de la catequesis es acompañar a una persona para que, a través de ella y de los sacramentos, pueda entrar en comunión con Jesucristo”.
El sacerdote, que a su vez es catequista, reconoce que durante años se ha entendido la catequesis como una especie de clase semanal destinada a niños y adolescentes, en la que predominaban los contenidos y la memorización. “Antes incluso se hablaba de la Doctrina Cristiana, como si todo se redujera a aprender conceptos”, recuerda. Sin embargo, advierte que esa visión ahora es extremadamente reduccionista, porque “la catequesis no puede estar desconectada de la vida de la comunidad, ni limitarse a una actividad puntual”.
Y es que en la actualidad, la Iglesia sitúa la catequesis dentro de un proceso más amplio, que es el de la evangelización. “La Iglesia existe para evangelizar, y la catequesis no es un acto aislado, sino un paso más en ese camino”, explica Blázquez. Ese proceso comienza con el primer anuncio de la fe —que puede hacerse en la familia, en la escuela, en la parroquia o en cualquier espacio donde haya un cristiano— y se prolonga en la iniciación cristiana, que incluye tanto la catequesis como la celebración de los sacramentos.
Por ello, subraya que “la catequesis no es un trámite para recibir un sacramento”, sino que ambos —catequesis y sacramentos— “forman parte de la iniciación y conducen al encuentro personal con Jesucristo”. Un encuentro que, según el vicario general, transforma la vida: “No se trata solo de saber más, de portarse bien o de cumplir; se trata de vivir desde la fe en Jesucristo, de dejar que la caridad marque toda nuestra existencia”.
En este camino, Blázquez destaca la importancia de la comunidad cristiana. Aunque exista la figura del catequista o la presencia del sacerdote, “la parroquia entera debería acompañar a quienes buscan a Cristo”. Así, la catequesis se convierte en una experiencia eclesial, en la que toda la comunidad está llamada a testimoniar y a acoger.
Catequesis y clase de Religión: dos realidades distintas
Otro aspecto a tener en cuenta si hablamos de la catequesis es su diferenciación lógica con la clase de Religión en colegios e institutos. Si bien es cierto que ambas se complementan, responden a finalidades distintas. “La clase de Religión se sitúa en el ámbito académico: ayuda a comprender la Historia, el arte, la sociedad o incluso la identidad personal desde el cristianismo. Es un ejercicio más intelectual, que dialoga con otras ciencias y saberes”, explica Abilio.
La catequesis, en cambio, tiene un carácter más vital: busca el encuentro personal con Jesucristo y la configuración de una nueva vida desde la fe. “En la clase de Religión basta con querer conocer lo que es el cristianismo, aunque no se tenga fe. En la catequesis, lo ideal es que haya un deseo de encontrarse con Cristo”, apunta Blázquez.
Un mensaje a los padres
Coincidiendo con el inicio del curso pastoral, momento en que muchas parroquias abren inscripciones para catequesis, el vicario general lanza un mensaje a los padres. Les recuerda que tienen la responsabilidad de acompañar a sus hijos en su crecimiento humano y cristiano, y que la catequesis es una oportunidad privilegiada para ello.
“El cristianismo aporta un modelo humano y social perfecto: Jesucristo”, señala. Y lo hace desde valores que no pierden actualidad, como el amor, el perdón, la justicia, la misericordia, la comprensión o el diálogo. “Solo el encuentro con Cristo permite crecer en humanidad y construir una sociedad más fraterna”, asegura.
Por ello, anima a las familias a ver la catequesis no como una obligación externa, sino como un regalo que ayuda a los hijos a crecer en madurez personal y espiritual. “Jesucristo nos muestra cómo vivir plenamente nuestra humanidad, cómo relacionarnos con los demás y cómo construir una comunidad de hermanos. Eso es lo que la catequesis ofrece a quien se adentra en ella”, concluye.
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