En esta iniciativa de Pastoral Juvenil, que ha tenido lugar en el auditorio de Calatrava, han participado cerca de 500 alumnos de 4º de la ESO de 12 centros educativos de la ciudad, que han escuchado testimonios de diferentes ámbitos de la sociedad
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El auditorio de Calatrava se llenó de rostros jóvenes , todos ellos alumnos de 4º de la ESO, que habían sido convocados por la Delegación diocesana de Pastoral Juvenil. Bajo un formato de Happening, el principal objetivo era compartir con ellos el carisma del Jubileo de la Esperanza.
En total eran unos 500 jóvenes de 12 centros educativos de la ciudad, acompañados por sus profesores, que llegaron hasta estas instalaciones de la Casa de la Iglesia en dos turnos. El primero de ellos tuvo lugar a las 9:30 de la mañana, con presencia el obispo, Mons. José Luis Retana, y como maestro de ceremonias, un joven integrante del grupo Jerut, Pablo Sánchez.
La idea era ofrecer a los adolescentes un espacio donde escuchar testimonios reales de personas que viven y trabajan desde la esperanza, en contextos tan diversos como la exclusión social, la ciencia o el arte urbano. Con un formato ágil y atractivo, los invitados de cada uno de los dos turnos fueron pasando por el sillón acomodado en mitad del escenario, junto a una mesa y una lámpara.
La labor de Ranquines
El encuentro combinó testimonios personales, imágenes, música y diálogo, creando un ambiente cercano, dinámico y muy participativo. La primera intervención fue la de una psicóloga del centro Ranquines, Gema Romero, cuya tarea se centra en personas con salud mental en riesgo de exclusión social. Ella construyó su relato en torno a la imagen de una pequeña casa, como metáfora del hogar que cada uno puede llegar a ser para los demás. “Tenemos que ser hogar —repetía—. Un lugar seguro para quien sufre, para quien está roto por dentro, para quien ha perdido la esperanza”, añadía.
Con palabras sencillas pero llenas de profundidad, les animó a abrirse al otro con empatía, a no juzgar, y a mirar más allá de las apariencias. “A veces, lo que una persona necesita no es que la entiendas, sino que estés”, subrayaba, y eso también lo podéis hacer vosotros “con vuestros amigos, compañeros, incluso con quien apenas conocéis”.
El segundo testimonio fue el de Pablo Juanes, un joven investigador biomédico del Centro del Cáncer, que mostró a los jóvenes un artículo científico firmado por él y publicado en una revista internacional. “Eso que veis aquí —explicó— no es solo un logro profesional”, apuntó, “es fruto de muchas horas de trabajo, pero sobre todo del deseo de que las personas vivan mejor”.
La vocación científica
Este joven compartió cómo descubrió su vocación científica, y cómo la vive hoy como un auténtico gesto de amor al prójimo. “La ciencia también puede salvar vidas”, y él lo vive como un modo de cuidar del otro. Juanes recordó como cada día aparecen nuevos tratamientos, “la tecnología nos ayuda en nuestra investigación”, y otros pequeños gestos, “como las personas que se encargan de los enfermos, como los médicos y el personal sanitario”.
Reivindico la figura del investigador, “que no son tan conocidos pero hacen una labor muy grande y en ellos veo la esperanza de querer cambiar al mundo a mejor”.
El obispo, junto al rapero Edwin Vladimir.
El tercer invitado del primer turno del Happening fue el rapero, Edwin Vladimir, vinculado a proyectos sociales y pastorales con jóvenes en situaciones de vulnerabilidad. Desde el escenario, compartió su historia de vida marcada por el compromiso, la lucha y la expresión artística como vía de transformación personal y social.
“Seguir rapeando a los 38 años —dijo entre risas— ya es una demostración de esperanza”. Pero no se quedó solo en la anécdota: su mensaje fue profundo, directo y con un fuerte componente educativo.
La esperanza desde el arte
Asimismo, cree que los raperos son un poco, “los reporteros del barrio“, y están conectados con los vecinos, “y la esperanza es seguir construyendo arte, que es una especie de margarita que crece en el escombro, y hacerlo desde la realidad de nuestra gente”.
Edwin cerró su intervención con un tema propio que interpretó en directo y que provocó un espontáneo aplauso del público, especialmente cuando animó a cantar el estribillo: “Ponte en su lugar…”.
En el segundo turno de alumnos de 4º de la ESO, dos testimonios han cambiado, en concreto, compartió su historia Pedro, del centro Ranquines, y en la parte musical, en lugar del rapero Edwin Vladimir, intervino el vicerrector de Ordenación Académica, Profesorado y Calidad de la Universidad Pontifica de Salamanca, y profesor de Educación Artística en la Facultad de Educación de la UPSA, Francisco José Álvarez Garcia.
Además, los alumnos de 4º de la ESO pudieron interactuar con sus teléfonos móviles y responder a la pregunta: “¿Qué es para ti la esperanza?”, o “¿Dónde encuentras esperanza?“.
Un recuerdo del papa Francisco
Y antes de terminar, quisieron recordar al papa Francisco tras su fallecimiento el pasado lunes, 21 de abril. Y a través de un vídeo , de la Red Mundial de Oración del papa, se recordó su testimonio de vida, su defensa de los últimos, su clamor por la paz y el cuidado de la casa común. En palabras del propio pontífice, “no se olviden de rezar por mí”, frase que resonó con fuerza en el auditorio ya en silencio.
El obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, también se subió al escenario, y sus primeras palabras fueron hacia el papa Francisco, que como resaltaba, fue el que el nombró obispo. “Me queda un poso de gratitud y de dolor, pero también de esperanza”, subrayó.
También recordó que la vocación de cada joven es una historia única pensada por Dios: “No habéis nacido por casualidad, sino para algo grande y bello”. A su vez, compartió vivencias recientes, como la lectura de las cartas de jóvenes confirmación, o el encuentro que tendrá esta tarde con jóvenes que disciernen su vocación al sacerdocio. El obispo insiste en que hay una esperanza con mayúsculas: Jesucristo. “Él no falla nunca”, afirmó. Recordó también que la vocación de cada joven es una historia única pensada por Dios: “No habéis nacido por casualidad, sino para algo grande y bello. La vida hay que tomársela en serio”. Todo ello, como reflejo del compromiso de la Iglesia con el mundo juvenil: “La Iglesia os quiere, cree en vosotros y apuesta por vosotros”, concluyó. Y antes de irse, todos juntos rezaron la oración del Jubileo de la Esperanza.
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