CATÓLICOS EN SALAMANCA – El Seminario celebra la fiesta de San Carlos Borromeo con gratitud y esperanza por las vocaciones

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El obispo, Mons.  José Luis Retana, invitó a los sacerdotes y seminaristas a vivir su llamada desde la fidelidad y el amor al Corazón de Cristo

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

El Seminario diocesano San Carlos Borromeo celebró este martes, 4 de noviembre, la fiesta de su patrono con una eucaristía presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana, concelebrada por el obispo emérito de Sigüenza-Guadalajara, Mons. José Sánchez, el rector del Seminario diocesano, Fernando García, y del Teologado de Ávila, Gaspar Hernández, así como el delegado diocesano para el Clero, Amable García, y el delegado diocesano de Liturgia, Emilio Vicente de Paz. En la celebración participaron sacerdotes, miembros de la Curia y de la Casa de la Iglesia, fieles laicos y los seminaristas del Teologado de Ávila en Salamanca, que animaron con sus cantos la liturgia.

Durante su homilía, el prelado recordó la figura de San Carlos Borromeo como modelo de pastor entregado y humilde. “Tomó muy en serio las palabras de Jesús: ‘Quien guarda su vida, la pierde; pero el que gasta su vida por mí, la ganará’, y en su escudo solo figuraba una palabra: humilitas”, destacó el obispo, subrayando su cercanía con el pueblo y su dedicación a los más pobres.

Mons. José Luis Retana expresó su gratitud por el don del sacerdocio y por las vocaciones que el Señor sigue suscitando en la diócesis. Dio gracias especialmente por la presencia de los seminaristas, especialmente de Mario Cabrera, en etapa pastoral, y de los tres jóvenes de la Diócesis de Salamanca que actualmente realizan el curso propedéutico. “No olvidéis que es Jesucristo quien toma la iniciativa libre y gratuita en el misterio de la vocación sacerdotal: llamó a los que quiso”, recordó.

El obispo centró su reflexión en las cuatro dimensiones de toda vocación cristiana: ser “amados, elegidos, llamados y enviados“. En este sentido, afirmó que la vocación “no es una conquista humana, sino un don y una tarea que se vive desde la fidelidad obediente y la disponibilidad incondicional”. Citando a san Juan Pablo II, explicó que cada cristiano está llamado a “construir el Cuerpo de Cristo mediante la donación sin reservas de sí mismo en espíritu de amor y servicio”.

Un tesoro “en vasijas de barro”

Retana también aludió a las palabras de Benedicto XVI, quien en su visita a Santiago de Compostela invitó a los creyentes a dar un testimonio claro y valiente del Evangelio, llevando “este tesoro en vasijas de barro”. “Servir a los hermanos ya no es una opción —recordó el obispo—, sino parte esencial del ser cristiano“. Asimismo, interpeló que ese servicio, aunque sencillo y discreto, “hace presente el amor de Dios y combate las formas de egoísmo y prepotencia que impiden una verdadera promoción humana”.

Dirigiéndose a los seminaristas, los animó a responder con valentía al amor primero de Cristo, que llama y confía sin exigir requisitos previos: “Nos amó primero, pedimos hoy al Señor que los sacerdotes permanezcamos fieles a ese amor y que los seminaristas respondáis con generosidad a la predilección de Cristo por vosotros”.

En la parte final de su homilía, el obispo habló del corazón como símbolo del amor de Cristo y como centro desde el que se unifica la vida del creyente. Advirtió del riesgo de una sociedad “dominada por los ritmos y ruidos de la tecnología, donde el ser humano corre el riesgo de perder su centro”. Y añadió: “También nosotros podemos ver alterado el ritmo de nuestro corazón de pastores, que ha de sintonizar siempre con el Corazón de Cristo”. La celebración concluyó con una oración por las vocaciones sacerdotales y por la fidelidad de los presbíteros a su llamada.

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