Tras el Congreso de Vocaciones, el delegado diocesano de Apostolado Laical, Santi Casanova, ha enviado una carta a los laicos y laicas de la Diócesis de Salamanca, resaltando la riqueza de la diversidad vocacional y la urgencia de vivir en comunión y misión. En su mensaje, destaca que la vocación es parte esencial de nuestra identidad, y anima a dar testimonio de Cristo
“Somos llamados por el Señor a participar en su obra creadora, prestando nuestro aporte al bien común a partir de las capacidades que recibimos” (Christus Vivit, 253)
Queridos hermanos y hermanas:
Han pasado unos días desde el final del Congreso de Vocaciones “Asamblea de llamados para la misión”, organizado por el Servicio de Pastoral Vocacional de la Conferencia Episcopal. La intensidad con la que lo vivimos quienes participamos presencialmente va dando paso a un regusto que nos permite afirmar que lo vivido ha sido, sin duda, una experiencia del Espíritu, llamada a tocar nuestro corazón, a vivificar la vida de nuestra Diócesis y a dar sentido a todo lo que somos y hacemos.
Representación salmantina en el Congreso nacional de Vocaciones
Comparto estas líneas porque considero imprescindible compartir con todos los laicos y las laicas de nuestra Iglesia local las conclusiones principales y las perspectivas de futuro que debemos comenzar a soñar desde este mismo momento.
El Congreso mostró la gran diversidad vocacional de la Iglesia y la riqueza de los diferentes carismas: ¡Una auténtica fiesta eclesial! Obispos, ministros ordenados, hombres y mujeres de la vida consagrada, matrimonios, jóvenes laicos y laicas… Todos llamados por Dios de manera única, con dones propios, llevando a cabo su misión dentro de la misión única de la Iglesia: anunciar la Buena Noticia de Cristo Resucitado. Fue emocionante encontrarnos, escucharnos, orar y celebrar juntos; constatando que, pese a la diversidad, todos seguimos al mismo Señor, todos estamos en la misma barca.
Tres ideas clave que comparto con vosotros:
1. “No tenemos una misión. Somos misión. No tenemos vocación. Somos vocación”
Cambiar el verbo lo cambia todo. A veces hemos presentado la vocación, la misión, como algo que viene de fuera, que debo descubrir y que se impone bajo el chantaje de la plena felicidad. Pero la vocación no es algo impuesto, sino parte de nuestro ser desde el inicio. Dios nos llama a ser plenos, a poner nuestros dones en juego y a responder con gratitud a su Amor. Toda vocación es buena, digna, necesaria. No hay vocaciones mejores ni peores, ni de mayor dignidad o menor valor. La Iglesia debe ser un espacio privilegiado para que todas las vocaciones florezcan y debe propiciar el ambiente necesario para que esto acontezca.
2. “Comunión y comunidad. Necesitamos una conversión relacional”
El Dios en el que creemos es Dios-trinidad, es Dios-Comunidad, es Dios-Relación. Y nosotros, que estamos hechos a imagen y semejanza suya, también lo somos. Nuestra fe es una fe comunitaria y aunque la experiencia personal con Dios es importantísima, no podemos cerrarnos a la apertura “al otro”, al “Otro”.
Encuentro Reuni2, de la Coordinadora diocesana de Movimientos y Asociaciones laicales de la diócesis de Salamanca, celebrado el pasado 3 de febrero en la Casa de la Iglesia
La comunión es el camino idóneo para testimoniar a Cristo en medio de este mundo fragmentado y polarizado. Lo contrario es la receta ideal para que nuestro testimonio como Iglesia sea pobre, frágil e ineficaz. Cuando no somos capaces de encontrarnos con otros hermanos y hermanas, diferentes a mí, que celebran de manera diferente, oran de manera diferente, tienen un carisma distinto, responden a otras llamadas y vocaciones particulares y se acercan al Evangelio desde caminos diferentes… estamos traicionando la llamada de nuestro Maestro a ser Uno, a ser testigos del Amor que une y no divide. No es tiempo para ir cada uno a nuestro aire, para magnificar lo propio, para sostener prejuicios mutuos que sólo consiguen levantar muros, romper puentes y dinamitar la fraternidad a la que estamos llamados. ¡Necesitamos más Iglesia, más comunión, más fraternidad!
3. “O la Iglesia es misionera o no es Iglesia”
Nuestras actividades, propuestas y acciones no tienen como objetivo hacernos subsistir como estructura, como institución. No pasa nada si somos pocos, si somos menos. La llamada no es a conservar lo que un día fuimos o vivimos. La misión que justifica la existencia de la Iglesia es salir, abandonar los miedos, experimentar un nuevo Pentecostés, abrir las puertas y ventanas y estar dispuestos a anunciar a Quién cambió nuestras vidas, lo que vivimos con Él. Cristo, el crucificado, ¡ha resucitado! ¡La muerte y la oscuridad no tienen poder sobre Él! Y eso no es un mensaje del pasado. ¡Es para ti! ¡Hoy! ¡Aquí y ahora! ¡Tu vida tiene sentido porque eres amado, amada! ¡Tu vida, llena de fracasos, desesperanzas y heridas… es sanada por Él! ¡Sí! ¡Hay esperanza! ¡Sí, has sido salvado, salvada, y la oscuridad no prevalecerá si te pones en sus manos!
Celebración diocesana del envío. Inicio del curso pastoral 2024-2025
Esta es nuestra misión: comunicar el encuentro que lo cambió todo con Aquél que cambió la historia y el devenir de la humanidad.
Como véis, el tiempo que estamos viviendo está lleno de retos pero también de sueños. Seguramente no es diferente a muchos momentos de la Historia que nos han precedido, cada uno con sus luces y sombras particulares, con sus dificultades y sus oportunidades. No se trata de comparar. Lo que sí es cierto es que este es nuestro tiempo, el tiempo que se nos ha regalado. No tendremos otro.
Queridos hermanos y hermanas laicos y laicas; miembros de Cofradías y Hermandades; miembros de Movimientos y Asociaciones Laicales; celebrantes de la Palabra en aquellos rincones donde los presbíteros necesitan de vuestra ayuda; laicos y laicas que vivís vuestra fe en vuestra parroquia, en vuestra familia, en vuestros puestos de trabajo, en vuestras responsabilidades cotidianas:
Pongámonos en modo VOCACIÓN. Pongámonos en modo COMUNIÓN. Pongámonos en modo MISIÓN.
Demos testimonio de la riqueza de nuestra diversidad en la Iglesia de Salamanca; desde la Catedral, casa de todos, hasta la última de las iglesias, santuarios y ermitas de los pueblos y lugares más lejanos de nuestra Diócesis. Demos testimonio de Cristo. Generemos juntos un ambiente diocesano que propicie que la vocación de cada uno sea discernida y respondida. Suscitemos espacios y momentos para encontrarnos, conocernos, respetarnos y querernos. Confiemos en que el Espíritu nos ayudará a desbrozar los caminos que tenemos que transitar.
Un abrazo fraterno,
Santi Casanova, Delegado diocesano de Apostolado Laical
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