El Encuentro de la Esperanza, celebrado el 8 de junio en la parroquia de Puente Ladrillo, fue signo de una Iglesia que escucha, comparte y camina unida, animada por la fuerza del Espíritu y el compromiso del laicado. Con esta iniciativa se clausuraron las actividades dedicadas al Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar en Salamanca
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
La parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en el barrio de Puente Ladrillo, acogió el pasado domingo, 8 de junio, el Encuentro de la Esperanza organizado por la Delegación diocesana de Apostolado Laical, que reunió a laicos y miembros de distintos movimientos eclesiales para celebrar, desde su compromiso, la esperanza que sostiene la vida de la Iglesia en Salamanca.
El encuentro, que contó con la presencia del obispo, Mons. José Luis Retana, fue el cierre a un fin de semana intenso de actividades con motivo del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar y bajo el lema “Testigos de esperanza en el mundo”. Entre las iniciativas destacaron la mesa de experiencias que tuvo lugar el sábado en la Casa de la Iglesia, así como el acto The Chosen on the Road en el Auditorio Calatrava, la vigilia diocesana con testimonios de esperanza y la eucaristía de Pentecostés, que se celebró el domingo en la Catedral.
En torno al Decálogo de esperanza para la vida laical —elaborado por la Coordinadora de Movimientos y Asociaciones Laicales, fruto del discernimiento compartido a la luz de la bula de convocatoria del Jubileo 2025, “Spes non confundit”— se fueron desgranando distintos testimonios de compromiso y esperanza. Cada una de las claves del decálogo estuvo acompañada por la voz de personas que viven y acompañan en contextos y ambientes concretos y, a menudo, frágiles: el mundo universitario, la enfermedad, la discapacidad, la migración, la prisión, la vejez…
También estaban presentes los mensajes y reflexiones de las personas que han participado en cada una de las iniciativas del fin de semana, recogidas en cuatro carteles con la palabra “esperanza”, que les han acompañado durante estos días. En ellos, de forma sencilla, expresaban qué significa para cada uno la esperanza hoy, también reflejaban la riqueza y diversidad del laicado de la Diócesis de Salamanca.
Entre los testimonios que se escucharon en esta jornada está el de Conchi, vecina de Puente Ladrillo y comprometida con la realidad del barrio, quien al finalizar expresó lo que supuso para ella acoger este encuentro en su parroquia, a la que siente como “su casa”: “Hoy hemos celebrado un encuentro de esperanza… en el que se han escuchado testimonios muy valiosos y gratificantes”. Para ella, esto es un signo de que “el Espíritu sigue soplando y estamos unidos”. También agradeció que se puedan tener encuentros de este tipo, “para saber que no estamos solos, que somos muchos”.
Otro de los aspectos que subrayó fue la comunión vivida: “La Diócesis de Salamanca tiene mucho potencial, y lo tiene que potenciar y sacar a la calle. Nos tienen que ver”. Además, propuso que el próximo año este esta experiencia se celebre fuera, “para que la gente vea que somos amigos, que nos queremos y que somos felices porque creemos”.
Otra de las vecinas del barrio que participó en la jornada es Encarna, voluntaria en Cáritas y en la Pastoral de la Salud. Un compromiso que vive como cristiana, desde “el respeto y el amor al prójimo”. Sostiene en en su juventud también fue emigrante y sabe lo que es necesitar una mano tendida. “Me pongo en su lugar para comprenderles, escucharles y, sobre todo, con empatía, mirándoles a los ojos y con sencillez”.
Conchi y Encarna, dos vecinas muy comprometidas en el barrio de Puente Ladrillo
Como regalo, recitó una poesía que escribió durante la pandemia, y que refleja lo que para ella la esperanza: “Cuando te visite la tristeza /
y cuando el miedo entre por tu balcón,
/ y cuando la mirada tan querida
/ sin decirte adiós te abandonó,
/levanta la mirada y mira al cielo /
que siempre que ha llovido, sale el sol. /
Deja a un lado todo eso,
/ mira la paloma que anidó,
/ ella no entiende de estas prisas,
/ de los miedos de lo humano nos dejó. /
Solo le preocupa su polluelo
/ que dentro de unos días verá el sol. / ¿Por qué a los humanos nos agobia /
el momento actual que nos llegó? /
Pensemos solamente en la esperanza /
como la luna espera al sol. /
Levanta la mirada y mira al cielo, /
que siempre que ha llovido, sale el sol”.
Celebrar la alegría de ser Iglesia
El encuentro terminó con el rezo del Padre Nuestro, tomados de la mano, mientras entonaban el canto: “En el mar he oído hoy, Señor, tu voz…”. Y así, alrededor del altar y del cirio pascual, formaron, sin haberlo planeado, la imagen simbólica de una barca: una comunidad que rema unida y es guiada por la luz de Cristo Resucitado. En ese signo se hacía visible el sentido de Pentecostés: una Iglesia enviada al mundo para compartir esperanza y sostenida por el Espíritu y la comunión.
Para cerrar la jornada, los participantes se dirigieron al salón parroquial, recientemente renovado. Allí, el obispo bendijo el espacio, y todos compartieron un pequeño ágape. Fue un momento sencillo de convivencia en el que siguieron conversando y celebrando la alegría de ser Iglesia.
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