CATÓLICOS EN SALAMANCA – “Una Iglesia vocacional y misionera”

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En la ponencia final del Congreso de Vocaciones señalaron algunos retos recogidos en un documento que servirá para trabajar en esta materia en las diócesis

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

Después de tres jornadas de ponencias, talleres y testimonios, el Congreso de Vocaciones, “Asamblea de llamados para la misión”, que llevaba por lema “¿Para quién soy?”, se clausuraba con una ponencia final que marcaba las líneas de trabajo, con propuestas más concretas.

Uno de los responsables de elaborar el trabajo final y que presentó la ponencia junto a María Ruiz, fue el decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, Alfonso Salgado. La presentación estuvo dividida en tres grandes bloques: “Un Congreso Vocacional: una fiesta del espíritu”, “Un pueblo vocacional: dejar que el Señor toque el corazón”, y “De los sueños y retos: discernir el camino”.

El objetivo de la ponencia final era recordar lo vivido en el congreso y proponer algunos retos para avanzar como Iglesia “misionera y vocacional”.  Al respecto, insistieron en que este encuentro, “es una gran fiesta del Espíritu, un momento de encuentro para reflexionar sobre la vocación, entendida como don y llamada personal al servicio de los demás”.

La gratitud es clave

Además, señalaron tres actitudes fundamentales ante la vocación. En concreto, acoger el don, “que no es algo que se merece, sino que se recibe con humildad”, agradecer el don, “porque la gratitud es clave, reconociendo la llamada como una gracia que transforma la vida”, así como entregar el don, “la vocación no se guarda, sino que se comparte, convirtiéndose en una donación plena al prójimo”.

En la ponencia también insistieron en que la Iglesia es una gran familia vocacional, “donde conviven diversas vocaciones: laical, sacerdotal y consagrada, cada una con su riqueza y especificidad”. Y los laicos son llamados a santificar el mundo desde su vida cotidiana, “viviendo el Evangelio en el ámbito familiar, laboral y social”.

Por su parte, creen que los sacerdotes son servidores del pueblo de Dios, “mediadores entre Dios y los hombres, llamados a anunciar el Evangelio y celebrar los sacramentos”. Y los consagrados son un signo de la trascendencia de Dios, “viviendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, y testimoniando la vida eterna”.

La riqueza de la diversidad

Otra de las ideas que transmitieron es que la diversidad de estas vocaciones enriquece a la Iglesia y muestra su comunión y misión. “Todos, cada uno  según su propia vocación, hemos sido llamados por el Espíritu a la plenitud de la vida cristiana: la santidad”, subrayaron.

Asimismo, este Congreso de Vocaciones invita a pasar de los sueños a los retos concretos para promover una cultura vocacional y dar un nuevo impulso a la pastoral vocacional.” Esto implica discernir los signos del Espíritu Santo en nuestra vida y comunidad, y asumir el compromiso de fomentar las vocaciones en todas sus formas”, afirmaron.

En esta ponencia final confirmaron la urgencia de promover las vocaciones y la conciencia misionera. “La clave está en testimoniar con alegría la vocación recibida, contagiando a otros el fuego del amor de Dios”, sentenciaron. Cabe resaltar también la idea de que los participantes del congreso se sienten llamados a ser embajadores del compromiso vocacional, “llevando a sus familias, parroquias y comunidades el mensaje de la vocación como una llamada al servicio y a la misión”. Porque la vocación, “lejos de ser un privilegio para unos pocos, es el núcleo de toda vida cristiana, un camino de amor, esperanza y comunión”.

En cuanto a las propuestas para realizar en las diócesis, enumeraron la celebración de jornadas vocacionales específicas; realizar procesos formativos; la presencia en redes sociales; jornadas formativas o compartir materiales y buenas prácticas. Y de forma más concreta, la celebración de un poscongreso por diócesis.

La eucaristía de envío

Tras la ponencia final se celebró la eucaristía de envío, presidida por el presidente de la Conferencia Episcopal  Española y arzobispo de Valladolid, Mons. Luis Argüello, que invitó a acoger la invitación del Señor:  “«Duc in altum», «rema mar adentro», para hacer su voluntad”.

Por otra parte, invitó a los asistentes a la eucaristía a ofrecer una antropología de comunión como referencia de la vida cristiana: “Viviremos una presencia en la que la comunión y el encuentro superará las polarizaciones. Viviremos una presencia en el que el curar las llagas de los pobres nos curará nuestras propias heridas como Iglesia, nuestros propios pecados de los que hemos de pedir perdón”.

Y antes de terminar, realizó una petición y una invocación: “Acordémonos de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde somos convocadosDuc in altum, a lo alto, a lo ancho, a lo hondo, para responder a la pregunta, ¿para quién soy yo?”.

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