La oración es algo fundamental y básico para los cristianos; no solo importante, sino necesario. Nuestra fe en Jesucristo no tiene sentido si no la expresamos en una vivencia personal de diálogo, de comunicación, de amistad con Dios.
Rezar no es una teoría ni una técnica. Es ir al encuentro de Alguien que nos está esperando, porque nos ama. Hay que ir con ilusión, con un corazón dispuesto a silenciarse y escuchar, dejarlo entrar en la propia vida y comenzar un diálogo de amistad.
Dios habla a través de su Palabra, de los acontecimientos y de las personas. Dios habla y nosotros le escuchamos y respondemos con nuestra oración.
La oración no es una parte de la vida cristiana, es la misma vida enfocada hacia Dios; la oración compromete a la persona entera. Rezar es ir configurando la vida, según el designio-voluntad de Dios para nuestra vida.
La oración no cambia el acontecimiento ni la situación de las cosas, pero cambia la disposición de la persona que reza.
(continuará) (Tomado del Centre de Pastoral Litúrgica)
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